La ‘venta de garaje más larga’ de Estados Unidos
La Venta de Garaje 127 fue diseñado para promover el intercambio cultural y económico.
La Venta de Garaje 127 dura cuatro días en agosto y es un reto asimilarla por completo. Una venta en Kentucky.
Para el visitante que llega desde fuera del Estado, la Venta de Garaje 127, la “venta de garaje más larga del mundo”, es una prueba de resistencia y atención. Abarcando seis estados, mil 110 kilómetros y miles de puestos, atraviesa paisajes espectaculares, un terreno cultural delicado y dos husos horarios. Verlo todo en los cuatro días asignados en agosto es suficiente para provocar vértigo incluso en el cazaofertas más estable. Pero algunos somos tan tontos como para intentarlo de todos modos.
El evento fue diseñado para promover el intercambio cultural y económico. En 1987, Mike Walker, entonces un ejecutivo del condado de 28 años en Jamestown, Tennessee, lo concibió como una forma de atraer a los viajeros de la autopista interestatal hacia pequeños pueblos de la ruta estadounidense 127 en Tennessee y Kentucky. Desde entonces, se extendió al sur hasta Georgia y Alabama y al norte hasta Ohio y Michigan.
La Venta de Garage 127 es fluida y viva. Esto hace que sea un poco difícil encontrar su inicio oficial. Empecé a ver carteles de “venta de garaje” mucho antes de llegar a su extremo más norte en Addison, Michigan. Le preguntamos a algunos tipos en una gasolinera dónde pensaban que empezaba. Señalaron a una iglesia bautista cercana. Sobre la hierba vi las primeras muestras de cristalería, los primeros montones de muñecas desnudas gratis, los cubiertos sueltos, las hileras de vestidos flotantes.
Esta no podría ser una venta contigua, ¿o sí?
“Jamás lo lograrán”, me dijo un hombre con una camisa con estampado de pollo, con su esposa a su lado asintiendo. “Ni siquiera están en Ohio todavía y mira cuánto tiempo pasaron hablando con nosotros”. Y esta apenas era nuestra segunda parada. Una de las cosas más destacables de explorar Estados Unidos en auto es que puedes empezar a sentir los diferentes Estados mucho antes de ver los señalamientos. El paisaje cambia imperceptiblemente —la hierba cambia lentamente de tonalidad, el cielo se acerca cada vez más o comienza a contener las nubes de forma diferente. Cuando cruzamos la frontera estatal a Ohio, el maíz dio paso a los girasoles y los árboles frutales bajos reemplazaron a los pinos. Señalamientos amarillos junto a los caminos exhortaban a respetar los carruajes tirados por caballos.
Los menonitas se convirtieron en elementos fijos de la venta. Vendían artículos tradicionales: ejotes curtidos, helado batido por caballos y flores recién cortadas. Destacaban sus vestidos sencillos. Se leía como alta costura utilitaria.
Para el principiante, las ventas parecían ser muy buenas, pero casi todos los vendedores nos dijeron lo contrario. Algunos especularon que los altos precios de la gasolina y el calor mantenían alejada a la gente.
Hace tiempo, me dijo un vendedor de Tennessee, el tráfico era tanto que avanzaba a vuelta de rueda. El camino en sí se convirtió en una especie de evento, aunque tomaba una hora recorrer apenas un kilómetro.
En mi último día, bajándome del auto en Gadsden, Alabama, sin más ventas a la vista, fue como bajarme de una caminadora. El movimiento de la venta ahora estaba en mi interior. Cada vez que veía cosas viejas apiladas afuera de la casa de alguien, algo dentro de mí saltaba.
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