José “Pepe” Mujica reflexiona sobre la vida mientras lucha contra la muerte

José Mujica, un icono de la democracia uruguaya, sigue compartiendo su filosofía: la vida no se trata de acumular riqueza, sino de encontrar la felicidad

José Mujica ayudó a transformar a Uruguay en una de las democracias más sólidas. Con su esposa, Lucía Topolansky. (Dado Galdieri para The New York Times)

sáb 7 de septiembre de 2024 a las 17:25

Por Jack Nicas/The New York Times

MONTEVIDEO, Uruguay — Hace una década, el mundo tuvo una breve fascinación por José Mujica. Él fue el presidente campechano de Uruguay que dio la espalda al palacio presidencial de su país para vivir en una diminuta casa con techo de lámina con su esposa y su perro de tres patas.

En discursos, entrevistas y documentales, Pepe Mujica, como se le conoce, compartió innumerables relatos de una historia de vida digna de llevarse a la pantalla grande.

Robó bancos como guerrillero urbano de izquierda; sobrevivió 15 años como prisionero, incluyendo al entablar amistad con una rana mientras lo mantenían en un agujero en el suelo; y ayudó a liderar la transformación de su pequeña nación sudamericana en una de las democracias más saludables y socialmente liberales del mundo.

Mujica se convirtió en una de las figuras más influyentes de Latinoamérica en gran parte por su filosofía directa sobre el camino hacia una mejor sociedad y una vida más feliz.

Ahora está luchando contra la muerte. En abril, anunció que se sometería a radiación por un tumor en el esófago. A sus 89 años y ya diagnosticado con una enfermedad autoinmune, admitió que el camino a la recuperación sería arduo.

En un reciente día de invierno, viajé a las afueras de Montevideo, la capital de Uruguay, para visitar a Mujica en su casa de tres habitaciones, llena de libros y frascos de vegetales encurtidos, en la pequeña granja donde tiene décadas de cultivar crisantemos. Estaba envuelto en una chaqueta de invierno y un gorro de lana frente a una estufa de leña. El tratamiento lo había dejado débil y con dificultad para comer.

“Estás hablando con un anciano extraño”, dijo. “No encajo en el mundo de hoy”.

Esta entrevista ha sido editada y condensada para mayor claridad.

¿Cómo está su salud?

Me dieron radioterapia. Mis médicos dijeron que todo salió bien, pero estoy roto.

Creo que la humanidad, como va, está condenada.

¿Por qué dice eso?

Perdemos mucho tiempo inútilmente. Uruguay tiene 3.5 millones de habitantes. Importa 27 millones de pares de zapatos. Hacemos basura y trabajamos con dolor. ¿Para qué? Eres libre cuando escapas de la ley de la necesidad —cuando dedicas el tiempo de tu vida a lo que deseas. Si tus necesidades se multiplican, pasas tu vida cubriendo esas necesidades. El mercado nos domina y nos roba la vida.

Sólo hay una vida y se termina. Hay que darle significado. Luchar por la felicidad, no sólo por la riqueza.

¿Sí cree que la humanidad puede cambiar?

Podría cambiar. Pero el mercado es muy fuerte. Ha generado una cultura subliminal que domina nuestro instinto. Vivimos para comprar. Trabajamos para comprar. Y vivimos para pagar. El crédito es una religión. Entonces estamos un poco jodidos.

Parece que no tiene muchas
esperanzas.

Biológicamente tengo esperanza, porque creo en el hombre. Pero cuando lo pienso, soy pesimista.

Sin embargo, sus discursos suelen tener un mensaje positivo.

Porque la vida es hermosa. Con todos sus altibajos, amo la vida. ¿Qué significado podemos darle a la vida? El hombre, en comparación con otros animales, tiene la capacidad de encontrar un propósito.

O no. Si no lo encuentra, el mercado le hará pagar facturas el resto de su vida.

¿Por qué eligió vivir en su propia casa siendo Presidente?

La casa del Presidente tiene cuatro pisos. Para tomar el té hay que caminar tres cuadras. Inútil. Deberían convertirlo en una preparatoria.

¿Cómo le gustaría ser recordado?

Ah, como lo que soy: un viejo loco.

$!Una figura de José Mujica en su casa de tres cuartos con techo de lámina, donde vivió incluso cuando era Presidente. (Dado Galdieri para The New York Times)

¿Eso es todo? Hizo mucho.

Tengo una cosa. La magia de la palabra.

El libro es el máximo invento del hombre. Es una lástima que la gente lea tan poco. No tienen tiempo.

Hoy la gente lee en gran medida en los teléfonos.

Hace cuatro años tiré el mío. Me volvía loco. Todo el día diciendo tonterías.

Debemos aprender a hablar con la persona que llevamos dentro. Fue él quien me salvó la vida. Como estuve solo durante muchos años, eso se quedó conmigo.

¿Está diciendo que los teléfonos son demasiado para nosotros?

No es culpa del teléfono. Somos nosotros los que no estamos listos. Hacemos un uso desastroso de él.

Los niños caminan con una universidad en el bolsillo. Eso es maravilloso. Sin embargo, hemos avanzado más en tecnología que en valores.

Ha dicho en el pasado que no cree en Dios. ¿Cuál es su punto de vista ahora?

El 60 por ciento de la humanidad cree en algo y eso hay que respetarlo. Hay preguntas sin respuestas. ¿Cuál es el significado de la vida? ¿De dónde venimos? ¿A dónde vamos?

No aceptamos fácilmente el hecho de que somos una hormiga en el infinito del universo. Necesitamos la esperanza de Dios porque nos gustaría vivir.

¿Tiene algún tipo de Dios?

No. Respeto mucho a las personas que creen. Es como un consuelo ante la idea de la muerte.

Porque la contradicción de la vida es que es un programa biológico diseñado para luchar por vivir. Pero desde el momento en que comienza el programa, estás condenado a morir.

Parece que la biología
es una parte importante
de su visión del mundo.

Somos interdependientes. No podríamos vivir sin los procariotas en nuestro intestino. Dependemos de bichos que ni siquiera vemos. La vida es una cadena y sigue llena de misterios.

Espero que la vida humana se prolongue, pero estoy preocupado. Hay muchos locos con armas atómicas. Mucho fanatismo. Deberíamos estar construyendo molinos de viento. Sin embargo, gastamos en armas.

Qué animal tan complicado es el hombre. Es a la vez inteligente y estúpido.

© 2024 The New York Times Company

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