¿La IA acabará con los trabajos sin propósito en un futuro?
Una estimación reciente encontró que la IA generativa con el tiempo podría automatizar actividades equivalentes a unos 300 millones de empleos de tiempo completo en todo el mundo
- 15 de agosto de 2024 a las 16:29
Por Emma Goldberg/ The New York Times
Cuando Brad Wang comenzó su primer trabajo en la industria tecnológica, se maravilló de la forma en que Silicon Valley había convertido la monotonía del lugar de trabajo en una suntuosidad de salas de juegos, nichos para tomar la siesta y rutas de senderismo.
Pero bajo esa ostentación había una especie de vacío. Saltó de un puesto de ingeniería de software a otro, trabajando duro en algunos proyectos que consideraba sin propósito. En Google, por ejemplo, trabajó durante 15 meses en una iniciativa con la que los gerentes decidieron seguir adelante aunque sabían que nunca sería lanzada.
“Es como hornear un pastel que va directo a la basura”, dijo Wang.
Existe una larga tradición en el mundo empresarial de presentarse a trabajar sólo para preguntarse: ¿Qué caso tiene? Durante la pandemia, decenas de miles de personas se unieron a la página subreddit r/antiwork para compartir chistes sobre rechazar trabajo insulso y, en la mayoría de los casos, todo el trabajo. La oficina corporativa y su papeleo pueden convertir incluso empleos aparentemente buenos en una monotonía que nos mata el alma.
En un ensayo de 2013 y posteriormente en un libro, el ahora fallecido antropólogo radical David Graeber sugirió que el sueño del economista John Maynard Keynes de una semana laboral de 15 horas nunca se había materializado porque los humanos han inventado millones de trabajos tan inútiles que ni las personas que los realizan pueden justificar su existencia.
De acuerdo con un estudio de los economistas holandeses Robert Dur y Max van Lent, una cuarta parte de la fuerza laboral en los países ricos considera que su empleo es potencialmente inútil. Si los trabajadores encuentran la labor desalentadora y el trabajo no aporta nada a la sociedad, ¿cuál es el argumento para conservar estos empleos?
Lo que está en juego con esa interrogante ha aumentado a medida que avanza a grandes pasos a la inteligencia artificial. Una estimación reciente de Goldman Sachs encontró que la IA generativa con el tiempo podría automatizar actividades equivalentes a unos 300 millones de empleos de tiempo completo en todo el mundo —muchos de ellos en roles de oficina como administradores y mandos intermedios.
Al imaginar un futuro en el que la tecnología reemplace a los humanos, tendemos a pensar en dos extremos: como una mejora en productividad para las empresas y un desastre para los humanos que quedarán obsoletos.
Sin embargo, existe una posibilidad que se ubica en algún punto entre estos escenarios, en donde la IA acaba con algunas labores que los propios trabajadores consideran sin sentido e incluso consideran psicológicamente degradantes. Si así fuera, ¿estarían mejor estos trabajadores?
Lacayos y matones
Los robots son expertos en el reconocimiento de patrones, lo que significa que destacan en aplicar la misma solución a un problema una y otra vez. Cuando los humanos hacen algo hasta la saciedad, pueden cometer un error —pero los chatbots no experimentan hastío.
En el libro de Graeber, identificó categorías de trabajo inútil, incluyendo los “lacayos”, que hacen que las personas ricas e importantes parezcan más ricas e importantes; “matones”, que son contratados para puestos que existen sólo porque empresas competidoras crearon roles similares; y los “burócratas”, que algunos economistas dicen son trabajos que los propios empleados consideran inútiles y que producen trabajo que podría desaparecer mañana sin ningún efecto real en el mundo.
Un candidato para la automatización “lacayo” es el asistente ejecutivo. IBM permite a los usuarios crear sus propias asistentes de IA. En Gmail, los escritores ya no tienen que redactar sus propias respuestas, porque la respuesta automática genera opciones como “sí, eso me funciona”.
Kelly Eden, de 45 años, es una escritora que durante años complementó económicamente sus artículos para revistas con labor administrativa, como redactar correos electrónicos para empresarios. Uno de los clientes de Eden era dueño de una empresa de chocolate y le pagaba 50 centavos por palabra para que le redactara sus correos electrónicos. Este año, le dijo que comenzaría a usar ChatGPT.
El telemarketing califica como un trabajo “matón” según la evaluación de Graeber, porque los trabajadores a menudo venden productos que saben que los clientes no quieren o no necesitan. Los chatbots son buenos en esto porque no les importa si la tarea es satisfactoria o si los clientes son hoscos. Los centros de llamadas como los de AT&T utilizan IA para redactar llamadas con representantes de servicio al cliente, lo que ha hecho que algunos representantes sientan como si estuvieran capacitando a sus propios reemplazos.
Los trabajos de ingeniería de software pueden virar a territorio de “burócrata”. Eso fue lo que sintió Wang cuando escribió código que no se usaría nunca. Hasta donde él veía, la única función que cumplía este trabajo era ayudar a sus jefes a conseguir un ascenso. Está muy consciente de que gran parte de este trabajo podría automatizarse.
Pero independientemente de que estos empleos brinden o no un sentido de propósito, sí brindan salarios confiables. Muchos de los trabajos sin sentido que la IA podría realizar tradicionalmente han abierto campos profesionales a personas que necesitan oportunidades y capacitación, sirviendo como aceleradores de la movilidad de clases: asistentes legales, secretarias, asistentes. A los economistas les preocupa que cuando esos empleos desaparezcan, los que los reemplacen traerán salarios más bajos, menos oportunidades de ascender profesionalmente —y aún menos propósito.
‘Crisis de identidad como especie’
A lo largo de la historia, la tecnología ha compensado la pérdida de empleos con la creación de empleo.
Por ejemplo, la computación personal eliminó unos 3.5 millones de puestos de trabajo en EU, luego creó una industria enorme e impulsó muchas otras.
De manera similar, muchos trabajadores desbancados de sus empleos sin propósito por la IA podrían encontrar nuevos roles que surjan vía el proceso de automatización.
Kevin Kelly, cofundador de Wired que ha escrito muchos libros sobre tecnología, dijo sentirse algo optimista sobre el efecto que tendría la IA en el trabajo sin sentido. Dijo creer eso en parte porque los trabajadores podrían comenzar a hacerse preguntas más profundas sobre qué constituye un buen trabajo.
Kelly ha expuesto un ciclo de la psicología de la automatización del trabajo. Etapa 1: “Un robot/computadora no puede hacer lo que yo hago”. Etapa 3: “Ok, puede hacer todo lo que yo hago, salvo que me necesita cuando se atora, lo cual ocurre con frecuencia”. Etapa 5: “Vaya, ese era un trabajo que ningún ser humano debía hacer, pero ¿y yo?”. El trabajador encuentra una ocupación nueva y más estimulante, que cierra el círculo a la etapa 7: “Me alegro de que un robot no pueda hacer lo que yo hago”.
“La crisis de identidad a nivel especie que está promocionando la IA es algo bueno”, dijo Kelly.
Algunos expertos sugieren que las crisis provocadas por la automatización podrían conducir a las personas a trabajos de mayor valor social. El historiador holandés Rutger Bregman inició un movimiento de “ambición moral” centrado en los Países Bajos. Los trabajadores que sienten que están en trabajos sin sentido se reúnen periódicamente para animarse unos a otros a hacer algo que valga más la pena. También hay una beca para 24 personas moralmente ambiciosas, que les paga para que cambien a trabajos centrados en luchar contra la industria tabacalera o promover las carnes sostenibles.
‘Niñeras de IA’
David Autor, un economista laboral de MIT especializado en tecnología y empleos dijo que es probable que los trabajos automatizados requieran “niñeras de IA”. Las empresas contratarán a humanos para editar el trabajo que hace la IA, ya sean revisiones legales o textos de mercadotecnia, y estar al pendiente de la propensión de la IA a “alucinar”. Algunas personas se beneficiarán, particularmente en empleos donde la IA maneja proyectos que son fáciles y repetitivos, mientras que los humanos toman proyectos que son más complicados y variables.
Pero en muchos casos, los humanos terminarán buscando errores en una montaña de contenido creado por IA. Supervisar el trabajo insulso no promete ser mejor que hacerlo. “Si la IA hace el trabajo y la gente cuida la IA, se aburrirán muchísimo”, dijo Autor.
Algunos de los trabajos que corren el riesgo más inmediato de ser absorbidos por la IA son aquellos anclados en la empatía y la conexión humana, dijo Autor. Esto se debe a que las máquinas no se desgastan fingiendo empatía. Pueden absorber un sinfín de abusos de los clientes.
Los nuevos roles creados para los humanos perderían esa dificultad emocional, pero también perderían la alegría que la acompaña. Por ejemplo, los empleados de supermercados descubren que a medida que los sistemas de pago automático llegan a sus tiendas, han perdido conversaciones significativas con los clientes y ahora ven principalmente clientes exasperados por el autopago.
Pero incluso los tecno-optimistas como Kelly sostienen que hay cierta inevitabilidad en los trabajos sin propósito. Después de todo, la falta de propósito, según la definición de Graeber, está en los ojos del trabajador.
Mucha gente tiene relaciones ambivalentes con su trabajo. Si se les dan suficientes años haciendo las mismas cosas, es posible que empiecen a sentirse frustrados: por ser pequeños engranajes en grandes sistemas, por responder a órdenes que no tienen sentido, por la monotonía. Esos sentimientos de agravio podrían surgir incluso cuando asumen nuevos roles, mientras que el robot avanza en ciclos.
Algunas personas buscarán nuevos roles; otros podrían intentar rehacer las partes de sus trabajos que les resultan más irritantes y encontrar sentido en animar a sus colegas. Algunos buscarán soluciones económicas más amplias a los problemas del trabajo. Graeber vio el ingreso básico universal como una respuesta; Sam Altman, de OpenAI, también ha sido un defensor de experimentos con ingresos garantizados.
La IA magnifica y complica los problemas sociales relacionados con el trabajo, pero no es un reinicio ni una panacea —y aunque la tecnología transformará el trabajo, no puede desplazar los sentimientos complicados de las personas hacia ello.
Wang predice que la automatización del trabajo inútil significará que los ingenieros se volverán aún más creativos a la hora de buscar ascensos.
“Estos trabajos existen gracias a vender una visión”, dijo. “Me temo que este es un problema que no se puede automatizar”.
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