Por Jacob Gallagher / The New York Times
Es delgado como un corredor de fondo; sus rizos sueltos caen como pasta de fusilli. Es atractivo, pero de una manera que no siempre se puede explicar. Es el chico blanco del momento en Hollywood, y ha entrado a la industria cinematográfica para contrarrestar el aspecto musculoso que Marvel ayudó a introducir durante las décadas del 2000 y del 2010.
Quizás todo empezó con Timothée Chalamet. Desde “Llámame por tu Nombre”, en el 2017, Chalamet ha tipificado la guapura traviesa de tantos actores jóvenes en ascenso. Sus mandíbulas son angulares y parecen pesar menos que las barras que probablemente levantan Chris Evans o Hugh Jackman en el banco de pesas.
También está Dominic Sessa, el estadounidense delgado que se abrió paso en “Los Que Se Quedan” del 2023; Finn Wolfhard, un canadiense desgarbado de ojos hundidos que surgió en “Stranger Things”; y Mark Eydelshteyn, un ruso larguirucho cuyas extremidades de espagueti parecen moverse por todos lados al mismo tiempo en “Anora”.
Durante años, los protagonistas blancos han sido tan musculosos que prácticamente se desbordan de la pantalla. Ahí tiene a Chris Pratt, que pasó de rechoncho a fornido para encabezar la franquicia de “Guardianes de la Galaxia”, de Marvel.
Más allá de Hollywood, el ascenso del astro masculino delgado también puede interpretarse como un repudio al típico macho que abunda en el universo de la derecha política.
“Hay un verdadero deseo de tener algo más que este tipo de masculinidad blanca, agresiva, beligerante y abiertamente depredadora”, comentó Jeffrey McCune, presidente del departamento de estudios negros de la Universidad de Rochester, en Nueva York.
Esta expansión y contracción cultural ya se ha escenificado antes. Los años 80, cuando reinaban astros musculosos como Arnold Schwarzenegger y Sylvester Stallone, dieron paso a la aparición de galanes noventeros como Keanu Reeves, Johnny Depp y Leonardo DiCaprio. Estos hombres parecen ser un poco torpes y, sobre todo, vulnerables.
“Es un tipo de masculinidad más apacible y taciturna”, explicó Drew Ayers, profesor asociado de cine en la Eastern Washington University.
Este grupo de actores proyecta su autoridad, no a partir de su fuerza, sino de “una fuente distinta”, indicó Ayers —así sea su personalidad o sus acciones en pantalla.
Su físico esbelto también es un activo al momento de actuar. En “Anora”, la interpretación de Eydelshteyn como Ivan, el hijo de un magnate, es una clase magistral de comedia física. Con su físico debilucho y sus rizos esponjados, Eydelshteyn transmite una ternura entrañable que hace que casi le perdonemos que se porte como un imbécil egoísta durante toda la película.
Durante un panel para promocionar “Anora”, Eydelshteyn contó cómo grabó su audición para la cinta completamente desnudo. En ese momento, el público estalló en carcajadas. El cuerpo desgarbado de Eydelshteyn no fue mostrado con el fin de provocar asombro, sino para efecto cómico.
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