Niños ucranianos son víctimas de traumas por la invasión rusa

“Estos niños piden ayuda a gritos”, dice una profesora de Kiev que, en lugar de retirarse, eligió seguir enseñando a estudiantes afectados por la guerra

  • 22 de septiembre de 2024 a las 17:02
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Por Oleksandr Chubko
y Carlotta Gall / The New York Times

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KIEV, Ucrania — Cuando comenzó la invasión rusa de Ucrania en febrero del 2022 y algunos de sus alumnos huyeron al extranjero, Iryna Kovaliova, profesora de literatura, decidió que era hora de jubilarse.

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“Escribí mi carta de renuncia y saqué mis cosas de la escuela”, dijo. Pero los niños de su clase de sexto año, 6H, en una escuela en Kiev, le rogaron que se quedara, “al menos mientras durara la guerra”.

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Sigue dando clases a sus 63 años, tres años después de la edad de jubilación de los docentes, desgarrada por la angustia de ver a sus alumnos lidiar con el trauma de los ataques aéreos, los bombardeos y las pérdidas. Le preocupan los desplazados, obligados a estudiar en línea, así como los ex alumnos que se alistaron en el Ejército y luchan en el frente.

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María Lysenko, la directora, dijo estar preocupada por toda una generación de niños. “Los niños son como diapasones, un reflejo de lo que está sucediendo en nuestras vidas”, dijo. “Hay una razón por la que un niño está acostado en el escritorio, tal vez no ha dormido en toda la noche porque estaba esperando noticias de alguien cercano”.

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Los niños y maestros de todo el País iniciaron su primer día de clases del nuevo año académico el 2 de septiembre, en un momento en que Rusia ha estado intensificando los bombardeos de las ciudades ucranianas.

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La clase 6H es el grupo más emproblemado de sexto año en la escuela de Kovaliova. A los niños, dijo, no les gusta la disciplina y no pueden mantenerse quietos después de pasar por el confinamiento durante Covid y luego dos años de trastorno con el estallido de la guerra. A menudo ignoran a los profesores, dijo Kovaliova: “Es un grupo difícil”.

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Pero, añadió, podía ver las razones detrás de su comportamiento. “Estos niños son ruidosos. Quieren gritar algo. Pero nunca preguntamos por qué gritan”, dijo.

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“Estos niños están pidiendo ayuda a gritos”, añadió. “Son como una herida sangrante”.

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Entonces, en lugar de revisar su tarea una mañana reciente, sorprendió a la clase con una pregunta repentina.

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“¿Qué cambió dentro de ti en estos dos años?”, preguntó. “¿Y cómo lo reflejarías en una pintura colectiva?”.

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Desde que comenzó la invasión rusa, dijo que había estado impulsando a la escuela para que considerara exhibir en el refugio antiaéreo de la escuela un mural gigante, pintado por los niños, en el que pudieran expresar su experiencia de la guerra.

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El primero en hablar fue Danya, de 11 años, un estudiante desplazado de su casa en la ciudad ucraniana de Luhansk en el 2014, cuando estallaron los primeros combates entre separatistas respaldados por Moscú y las fuerzas gubernamentales en las regiones orientales de Luhansk y Donetsk. “Antes pensaba en mi casa como un armario donde podía esconderme, donde nada te preocupa”, dijo. “Y no es así”.

Parte de una pintura hecha por niñas de sexto año en Kiev que refleja cómo las había cambiado la guerra.
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Luego, Yehor, de 11 años, de Kiev, dijo que había huido de la capital con su madre en el momento de la invasión rusa a gran escala en febrero del 2022. “Quería quedarme, pero mis padres pensaron que los soldados ya se acercaban”, dijo. “Nos fuimos. Mi papá se quedó y vio con sus propios ojos un misil volando e impactando”.

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La familia de Yehor huyó a un pueblo al oeste de la capital. Él llevó consigo un icono religioso que, cree, les ayudó a realizar el viaje de forma segura. Dijo que quería representar ese icono en la pintura.

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Nazariy, de 12 años, dijo: “Para mí, la guerra es, en primer lugar, muerte. Es muy dolorosa”. Estallaron risas nerviosas.

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“Mi tío murió”, dijo.

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Kovaliova hizo callar a la clase. “¿Cuántos años tenía?”, le preguntó.

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“Treinta y dos”, dijo Nazariy.

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“¿Qué pintarías?”, le preguntó Kovaliova.

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“Una fortaleza. Caballeros entrando a la fortaleza. Y mucha sangre por todos lados”, dijo.

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Arina, de 11 años, había sido desplazada del este de Ucrania y separada de sus abuelos que permanecían en territorio ocupado por Rusia. Ella comenzó a llorar y sus compañeros se apresuraron a abrazarla.

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“Yo pintaría a una persona llorando”, dijo Arina. “Porque la gente muere y ni siquiera puedes visitar su tumba”.

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Kyryl, otro compañero de clase, habló. “Cuando comenzó la guerra, fue mucho más aterrador de lo que esperaba”, dijo. “Yo pintaría el miedo”.

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“¿Cómo pintarías el miedo?”, preguntó Kovaliova.

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“Oscuridad”, respondió Kyryl.

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“Estos niños son ruidosos. Quieren gritar algo.
Pero nunca preguntamos por qué gritan”.

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Iryna Kovaliova, profesora de literatura de sexto año en Kiev, Ucrania.

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© 2024 The New York Times Company

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