Por Benjamin Mueller / The New York Times
Durante décadas, las personas con válvulas cardíacas defectuosas que se sentían bien salían del consultorio del cardiólogo con el mismo plan de tratamiento: regresar en 6 o 12 meses.
Un nuevo ensayo clínico sugiere que a esos pacientes les iría mejor si les reemplazaran las válvulas de inmediato con un procedimiento mínimamente invasivo. El ensayo clínico, cuyos resultados se publicaron en The New England Journal of Medicine, podría cambiar la forma en que los médicos tratan la estenosis aórtica grave, un estrechamiento de la válvula que controla el flujo sanguíneo desde el corazón. La enfermedad afecta a más del 3 por ciento de las personas mayores de 65 años. Se anticipa que se vuelva más común a medida que las personas vivan más.
El ensayo encontró que reemplazar las válvulas cardíacas de las personas, incluso si aún no experimentaban algún efecto nocivo, parecía reducir aproximadamente a la mitad el riesgo de ser hospitalizadas por problemas cardíacos durante al menos dos años. Aproximadamente el 70 por ciento de los pacientes que recibieron el plan de tratamiento más conservador desarrollaron síntomas y necesitaron que les reemplazaran las válvulas en el curso de dos años, sugiriendo que el mal empeora más rápidamente de lo que se creía anteriormente.
“Podría ser posible al menos prevenir esa progresión y quizás mejorar los desenlaces de los pacientes si se trata antes”, dijo Gregg Stone, profesor de medicina en la Escuela de Medicina Icahn en Mount Sinai, en Nueva York.
Los cardiólogos saben desde hace mucho tiempo que los pacientes con válvulas cardíacas defectuosas, pero sin síntomas, podían a veces deteriorarse. Pero sólo tenían una vaga idea de lo rápido que podría suceder eso. Y en ausencia de síntomas, pensaban que era mejor posponer la cirugía, prefiriendo mejor monitorear las válvulas.
Los cardiólogos recelaban de reemplazar las válvulas en parte porque, hasta décadas recientes, habría requerido una cirugía a corazón abierto. Pero una cirugía menos invasiva, llamada reemplazo de válvula aórtica transcatéter, o TAVR, ahora les permite insertar una válvula de reemplazo a través de la ingle del paciente y llevarla hasta el corazón.
Para el nuevo ensayo clínico, los investigadores, dirigidos por Philippe Généreux, director del programa cardíaco estructural del Centro Médico Morristown, en Nueva Jersey, reclutaron a unas 900 personas con estenosis aórtica grave que, no obstante, podían pasar una prueba de esfuerzo en caminadora. La mitad de ellos fueron elegidos al azar para la cirugía temprana y a la otra mitad se les aplicó el plan de esperar y ver qué pasaba.
Más de dos de cada cinco de los pacientes de esperar y ver terminaron siendo hospitalizados, en comparación con sólo uno de cada cinco de los pacientes quirúrgicos. Y realizar el procedimiento TAVR de inmediato, en lugar de hacerlo después de que los pacientes desarrollaran síntomas, no pareció conllevar riesgos adicionales.
“Ahora los cardiólogos tendrán conversaciones muy diferentes con los pacientes”, dijo Toby Rogers, cardiólogo intervencionista en el MedStar Washington Hospital Center, que asesora al fabricante de válvulas que patrocinó el ensayo, pero que no participó en su realización.
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