Por Sadie Stein / The New York Times
Los gatos están gozando de atención. Un libro de un psiquiatra veterinario parisino figura en las listas de mayores ventas en Francia. Recién traducido y publicado en Estados Unidos, “La interpretación de los gatos” de Claude Béata analiza los gatos —y a sus compañeros humanos.
“¿Qué hacemos con los gatos?”, preguntó recientemente Béata en un café cerca de la Torre Eiffel. “Hoy son icónicos. Pero ayer eran demonios —acompañantes de brujas. Y mañana quizás vuelvan a ser demonios. Porque no los entendemos”.
“Los gatos no son tan fácilmente comprensibles como los perros. Los perros son una especie social; es fácil hablar con ellos. Los gatos son extraños”, añadió.
En “La interpretación de los gatos”, Béata, de 65 años, explica el comportamiento felino presentándonos al hiperactivo Nougatine, que siembra el caos a dondequiera que va; los ferozmente territoriales Kiss y Cheri; y otros, muchos de ellos con nombres apetitosos.
Pero el libro no fue escrito solo para que la gente pueda entender por qué sus gatos actúan como lo hacen. También es una fuente de consejos prácticos para los dueños de gatos. Él recomienda que se dé a los gatos un lugar para beber, un lugar para comer y un lugar para dormir que puedan reclamar como propios: “Son individuos y tenemos que respetarlos”.
Algunos de los consejos de Béata son culturalmente específicos. Los franceses tienden a ser más positivos en cuanto al sexo cuando se trata de sus mascotas. Para Béata, negarle a un animal la capacidad de reproducirse es, en cierto sentido, coartar sus libertades.
Sin embargo, muchas de sus recomendaciones son universales. Por ejemplo, quiere acabar con el estigma contra mantener a los gatos en interiores. Como señala, los gatos tienen relativamente poco tiempo en el hogar humano, mucho menos que los perros. Siguen siendo animales salvajes —pequeños, programados para la vigilancia (y, a veces, la violencia). Cuando se aventuran afuera, son a la vez depredadores y presas. Como tal, a los gatos que pueden deambular libremente les puede resultar más difícil relajarse en tu regazo y también es menos probable que jueguen —están demasiado cansados. Los gatos en exteriores viven un promedio de cuatro años menos que los gatos confinados en casa, una diferencia que Béata atribuye en parte al estrés.
Los dueños de gatos, dijo, deben recordar que a sus mascotas les gusta ser solitarias. El Covid fue difícil para los gatos, dijo: “En general, los perros estaban muy felices de que la gente estuviera allí. Pero para los gatos, el primer día fue: “Wow, interesante”. El segundo día fue: “Okey”. El tercer día: “¿Cuándo regresas al trabajo? Me gustaría mi espacio, por favor’”.
Si “La interpretación de los gatos” tiene una cantinela general, es la inutilidad de intentar castigar a un gato. Debido a que los gatos son fundamentalmente asociales, porque (a diferencia de los primates o los caninos) no están programados para la jerarquía, el refuerzo negativo no registra en ellos, excepto como algo desagradable. Es posible que recuerden un golpe —de hecho los gatos pueden guardar rencor toda la vida, dice Béata— pero no aprenderán de él.
Esto no significa que no podamos aprender de ellos.
“Cuando surgió el movimiento #MeToo, y todo el mundo hablaba de respeto por el cuerpo, yo pensé: los gatos son los maestros perfectos. Los gatos dicen: ‘No me toques si no te lo permito’”, dijo Béata.
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