Restricciones talibanas ahogan los sueños y derechos de las mujeres en Afganistán
Las mujeres afganas enfrentan nuevas restricciones bajo el régimen talibán, que ahora prohíbe sus voces en público, limitando más su participación social
- 18 de septiembre de 2024 a las 20:45
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Por Christina Goldbaum y Najim Rahim/The New York Times
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Nada de educación más allá de sexto año. Cero empleo en la mayoría de los lugares de trabajo y cero acceso a espacios públicos como parques, gimnasios y salones de belleza. No se permiten viajes de larga distancia sin ir acompañada por un familiar varón. Nada de salir de casa sin estar completamente cubierta.
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Y ahora, el sonido de la voz de una mujer fuera del hogar ha sido prohibido en Afganistán, según un manifiesto de 114 páginas publicado el mes pasado que codifica todos los decretos del gobierno talibán que restringen los derechos de las mujeres.
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La mayoría de las prohibiciones han estado vigentes durante los tres años de los talibanes en el poder, expulsando lentamente a las mujeres afganas de la vida pública. Pero para muchas mujeres en todo el país, la publicación del documento parece ser un clavo en el ataúd de sus sueños y aspiraciones.
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Algunas se habían aferrado a la esperanza de que las autoridades aún pudieran revertir las limitaciones más severas, después de que los funcionarios talibanes sugirieron que las preparatorias y universidades con el tiempo reabrirían para las mujeres. Para muchas mujeres, esa esperanza ya se ha desvanecido.
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“Estamos retrocediendo al primer reinado de los talibanes, cuando las mujeres no tenían derecho a salir de casa”, afirmó Musarat Faramarz, de 23 años, de la provincia de Baghlan, en el norte de Afganistán, refiriéndose al período de 1996 al 2001. “Pensé que los talibanes habían cambiado, pero volvemos a vivir los tiempos oscuros anteriores”.
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Desde que los talibanes recuperaron el poder en agosto del 2021, las autoridades han hecho retroceder sistemáticamente los derechos que las mujeres habían conquistado durante los 20 años de ocupación estadounidense. Hoy Afganistán es el país más restrictivo del mundo para las mujeres y el único que prohíbe la educación de preparatoria a las niñas, dicen los expertos.
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La publicación de las regulaciones ha despertado temores de una próxima represión por parte de envalentonados agentes de la policía del vicio y la virtud, los funcionarios gubernamentales que visten túnicas blancas y están apostados en las esquinas para garantizar que se respeten las leyes morales del país.
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Antes de que se anunciaran las leyes, Freshta Nasimi, de 20 años, que vive en la provincia de Badakhshan, en el noreste, se había aferrado a cualquier atisbo de esperanza que pudiera encontrar.
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Durante un tiempo, la sostuvo el rumor que escuchó de sus compañeros de clase de que el gobierno transmitiría la educación de las niñas por televisión —una concesión que permitiría a las niñas aprender mientras las mantendría en sus hogares. Pero ese sueño se apagó después de que las autoridades de la provincia de Khost, en el este, prohibieron esos programas a principios de este año. Eso indicó que otras áreas podrían implementar prohibiciones similares.
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Ahora, dijo Nasimi, está atrapada en casa. La nueva ley que prohíbe las voces de las mujeres —consideradas una parte íntima de una mujer que debe ser cubierta— garantiza efectivamente que no puede salir de casa sin un pariente masculino. Le preocupa que ningún taxista hable con ella y ningún comerciante atienda sus pedidos.
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Ha aceptado que sus aspiraciones de ser ingeniera han muerto. “¿Mi futuro?”, preguntó. “No tengo más futuro que ser ama de casa y criar hijos”.
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Los talibanes han rechazado enérgicamente la presión externa para aliviar las restricciones a las mujeres, incluso cuando las políticas han aislado a Afganistán de gran parte de Occidente. Los funcionarios talibanes defienden las leyes por estar arraigadas en las enseñanzas islámicas que gobiernan el país.
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Las regulaciones han generado críticas de grupos de derechos humanos.
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El que los derechos hayan sido revertidos ha sido quizás más difícil para las niñas que alcanzaron la mayoría de edad en una era de oportunidades para las mujeres durante la ocupación estadounidense. Algunas niñas han encontrado formas de continuar su educación. Se han iniciado escuelas clandestinas para niñas en todo el país. Otras han recurrido a clases en línea.
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Rahmani, una viuda de 43 años que prefería usar sólo su apellido por temor a represalias, trabajó para grupos sin fines de lucro durante casi 20 años antes de que los talibanes tomaran el poder, ganando más que suficiente para mantener a sus cuatro hijos. Ahora, dijo, no puede hacerlo. También ha perdido el sentido de sí misma.
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