Por Sui-Lee Wee y Camille Elemia / The New York Times
Sara Duterte estaba harta.
La Vicepresidenta de Filipinas enfrentaba acusaciones de corrupción en el Congreso, que ella consideraba el ataque político más reciente orquestado por su jefe, el Presidente Ferdinand R. Marcos Jr. Así que convocó a una conferencia de prensa el 18 de octubre.
Duterte divagó durante dos horas, lanzando invectivas a Marcos. Dijo que quería “cortarle la cabeza” después de darse cuenta de que su relación se había vuelto tóxica. En otro momento, invocó a su padre, el dictador de muchos años, diciendo que había advertido a su hermana, la Senadora Imee Marcos: “Si los ataques no cesan, realmente desenterraré el cuerpo de tu padre y lo arrojaré al Mar de Filipinas Occidental”.
Marcos ha dicho poco sobre su desavenencia con Duterte, quien renunció a su gabinete en junio. A principios de octubre, se rio al decir a los periodistas que ya no sabía cuál era su relación con la vicepresidenta.
Los dos habían prometido unidad nacional cuando fueron electos en el 2022. Duterte, hija del Presidente saliente, Rodrigo Duterte, se había convertido en la compañera de fórmula de otro vástago conocido. Se suponía que la alianza de sus tristemente célebres dinastías políticas sería formidable: el bastión de los Duterte está en el sur de Filipinas y los Marcos dominan en el norte.
Pero fue un matrimonio de conveniencia y su ruptura ha sido espectacular. Detrás del cisma yacen diferentes puntos de vista sobre lo que significan Estados Unidos y China, para Filipinas. Marcos, que pasó unos cinco años en Hawai después de que su padre fue depuesto, ve a Estados Unidos como un aliado confiable que puede ayudarlo a contrarrestar las agresivas incursiones de China en el Mar de China Meridional. Duterte, cuyo padre considera a Washington hipócrita y giró hacia Beijing durante su Presidencia, notablemente ha guardado silencio sobre las tensiones de Filipinas con China.
“Mientras que podían sortear la dinámica local y la lucha a nivel local, en este punto de si ser pro China o pro Estados Unidos, no hubo arreglo”, dijo Ranjit Singh Rye, profesor asistente en la Universidad de Filipinas. “En mi opinión, ese es el punto de ruptura tácito en lo que respecta a la alianza”.
La ruptura ha intensificado el riesgo legal que enfrenta Rodrigo Duterte debido a los horrores de su llamada guerra contra las drogas. Se estima que unas 30 mil personas fueron asesinadas durante su mandato, muchas de ellas víctimas de ejecuciones sumarias.
Es probable que Sara Duterte se postule para la Presidencia una vez que finalice el mandato de Marcos en el 2028. Las encuestas muestran que ella sigue siendo la favorita para las próximas elecciones, aunque sus porcentajes han disminuido debido al conflicto con Marcos. Las luchas internas han impedido que el Gobierno aborde muchos de los problemas estructurales, como el desempleo y la pobreza, que aquejan a este País de aproximadamente 110 millones de habitantes.
Martin Romualdez, presidente de la Cámara de Representantes y primo del Presidente, está supervisando una investigación de meses de duración sobre la Administración Duterte, incluyendo las ejecuciones extrajudiciales y las ramificaciones de la política pro-China.
Marcos conoció a Duterte por primera vez en octubre del 2021, cuando su hermana, la Senadora Marcos, negoció una reunión. Se unió formalmente a la carrera presidencial unos meses después, aunque Duterte era la clara favorita y enfrentaba la presión de su padre para postularse.
En noviembre del 2021, Sara Duterte sorprendió al País al anunciar que se postularía con Marcos en una plataforma de unidad. Las personas que la conocen dicen que estaba deseosa por demostrar que era independiente de su padre.
Pocos creen que la relación entre las dos dinastías pueda repararse. En septiembre, después de que Duterte dijo que nunca fue amiga de Marcos, el Presidente dijo que estaba “un poco consternado”.
“Siempre pensé que lo éramos”, dijo Marcos a los periodistas. “Pero quizás fui engañado”.
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