Tuberculosis en Kenia: la lucha desesperada por medicamentos

Los recortes de ayuda de EE.UU. han dejado a miles de kenianos sin acceso a pruebas y tratamientos para la tuberculosis, agravando la crisis sanitaria

  • 26 de marzo de 2025 a las 16:34
Tuberculosis en Kenia: la lucha desesperada por medicamentos

Por: Stephanie Nolen/ The New York Times

Dalvin Modore caminaba como si hubiera vidrios rotos bajo sus pies, pisando con cautela, sus frágiles hombros encorvados ante la anticipación del dolor. Sus pantalones le quedaban tan flojos que tenía que sostenerlos mientras caminaba lentamente alrededor de su pequeña granja en el oeste de Kenia.

Modore tiene tuberculosis. Tiene 40 años, un hombre alto cuyo peso ha caído a 50 kilos. Tiene una tos terrible y a veces vomita sangre. Teme que la enfermedad lo mate y ha estado desesperado por medicamentos para tratarla.

Modore es uno de los miles de kenianos, y cientos de miles de personas en todo el mundo, con tuberculosis que han perdido el acceso a tratamientos y pruebas en las semanas transcurridas desde que la Administración Trump recortó la ayuda exterior y retiró el financiamiento para programas de salud en todo el mundo.

Muchos, como Modore, han empeorado. Mientras siguen con sus vidas, están propagando el mal a otros en sus familias y comunidades. El sistema de detección, diagnóstico y tratamiento de la tuberculosis se ha colapsado en docenas de países de África y Asia desde la congelación de la ayuda el 20 de enero.

Estados Unidos aportó aproximadamente la mitad del financiamiento de donantes internacionales para la tuberculosis el año pasado y en Kenia pagaba una variedad de artículos esenciales. Funcionarios de la Administración Trump han dicho que otros países deberían contribuir en mayor grado a los programas de salud globales.

Doreen Kikuyu, promotora de salud local, prepara una muestra de esputo en el oeste de Kenia. (Brian Otieno para The New York Times)

Pese a ser tratable, la tuberculosis cobró 1.25 millones de vidas en el 2023. Si se propaga sin control, personas de todo el mundo podrían quedar en riesgo. El principal esfuerzo de investigación sobre la tuberculosis ha sido cancelado. Alto a la Tuberculosis, el consorcio global de gobiernos y grupos de pacientes que coordina el seguimiento y el tratamiento de la tuberculosis, fue cancelado, y posteriormente se rescindió la cancelación, pero aún no ha recibido fondos.

EU no pagaba toda la atención a la tuberculosis en Kenia, pero financiaba elementos críticos como equipo de laboratorio, transporte y conectividad a internet. La congelación de la ayuda paralizó el sistema.

EU pagaba las pruebas que necesitan los pacientes antes de iniciar el tratamiento para la tuberculosis multirresistente. Estas pruebas pueden costar 80 dólares o más, fuera del alcance de muchos pacientes.

Evaline Kibuchi, coordinadora nacional de la Alianza Alto a la Tuberculosis en Kenia, predijo que las infecciones y muertes por tuberculosis tardarían tres meses en aumentar. “Pero ni siquiera sabremos de las nuevas muertes, porque toda la recopilación de datos era apoyada por USAID”, dijo, refiriéndose a la Agencia de los EU para el Desarrollo Internacional.

EU pagaba los estipendios —unos 35 dólares al mes— de los trabajadores de salud y los promotores comunitarios locales llamados Campeones Contra la Tuberculosis. Pero en Kenia, los promotores han seguido trabajando, sin remuneración, cubriendo ellos mismos los costos de la entrega de diagnósticos.

La tos de Modore llamó la atención del vecindario en enero. Doreen Kikuyu, Campeona Contra la Tuberculosis en su zona, le tomó una muestra de esputo y la envió para su diagnóstico.

Para cuando llegaron los resultados, la Administración Trump había congelado el sistema. Kikuyu no pudo conseguir fondos para que una motocicleta la llevara a su casa para informarle. “Así que empecé a caminar”, dijo.

También le explicó que necesitaría más pruebas. Pero tendría que pagar mil chelines kenianos —unos 8 dólares— para enviar una muestra al laboratorio.

“Realmente espero empezar a tomar medicina, pero me pregunto qué sucederá”, dijo Modore.

Kikuyu logró reunir el dinero. Pero después de que recibió Modore autorización para tomar medicamentos, no había quién los recetara. El personal de la clínica había sido despedido.

Kikuyu convenció a un funcionario local de tuberculosis, que es médico clínico, para que recetara los medicamentos. Al verlo tomar sus primeras pastillas, sintió alivio.

Barack Odima, un mecánico de 38 años, padece la forma más mortal de la enfermedad. Pero cuando fue a recoger sus medicamentos recientemente, el personal de la clínica le informó que uno de los medicamentos no se había reabastecido.

Después de una semana, la clínica recibió un lote de medicamentos.

Odima dijo estar agradecido con Estados Unidos, pero perplejo por el cese de ayuda.

“Somos un país dependiente y Kenia no puede apoyar los programas para que todas las personas con estas enfermedades puedan curarse”, dijo.

“Realmente espero empezar a tomar medicina, pero me pregunto
qué sucederá”.

DALVIN MODORE

un paciente de tuberculosis
de 40 años

© 2025 The New York Times Company

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