En este año político, todos los ciudadanos hondureños tenemos la obligación de escuchar y analizar cuidadosamente cada palabra que pronuncien los candidatos a cargos de elección popular. Así podremos llegar a conocer mejor cuáles son sus ideas y sus planes para el futuro de nuestro país antes de decidir quiénes merecen nuestros votos. Lo más importante es recordar lo que hemos vivido del 27 de noviembre de 2005 al presente, siete años y tres meses que han dejado muchas enseñanzas que debemos tomar en cuenta antes de volver a depositar un voto.
El tono de la campaña presidencial del 2005, marcado en parte por un asesor extranjero que favorecía la pena de muerte, alejó a muchos ciudadanos de las urnas y obligó a otros a votar en contra de lo que parecía una invitación a establecer un gobierno dictatorial. Como consecuencia, el abstencionismo, que en elecciones anteriores había llegado hasta el 33%, sobrepasó el 50%, lo cual dio lugar a que llegara al poder un gobierno que no tenía el respaldo de la mayoría del pueblo. Antes de que terminara el período presidencial de cuatro años, la mayoría se vio obligada a imponer su voluntad con una repentina sucesión presidencial que permitió que se llevaran a cabo normalmente las elecciones generales del 29 de noviembre de 2009.
La confusión del período presidencial anterior influyó en los resultados de las elecciones del 2009. El triunfo del candidato del Partido Nacional que había perdido las elecciones anteriores se debió, en parte, al cambio de imagen que logró otro asesor extranjero, que supo aprovechar la división que se había producido en el Partido Liberal cuando los seguidores del Presidente destituido dispusieron formar otro partido y le pidieron a sus simpatizantes que se abstuvieran de votar. No varió significativamente el porcentaje de abstencionismo y, nuevamente, se instaló otro gobierno electo por la cuarta parte del total de electores.
La experiencia adquirida debe impulsarnos a tomar en serio la política convencidos de que somos nosotros, los que deseamos una vida mejor, los que podemos producir el cambio que necesita nuestro país para salir de la situación en que se encuentra. ¿Cómo? Comenzando desde ahora a estimular a todos los compatriotas para que acudan a las urnas en noviembre de este año preparados a votar libremente, después de haber considerado todas las opciones y de estar seguros de haber escogido a los candidatos que merecen confianza. Ya sabemos que los que prometen demasiado, cambian repentinamente de personalidad o despilfarran grandes cantidades de dinero en propaganda, pueden defraudarnos; por lo tanto, apoyemos a los que hayan dado muestras de conducir su vida de acuerdo con principios que les impiden involucrarse en actos reñidos con la moral.
No se puede negar que ha aumentado la corrupción en nuestro país, pero ha servido para estimular a hondureños decentes dispuestos a demostrar que la política es un servicio, no un negocio. Aprovechemos la buena voluntad de esos compatriotas y cooperemos con ellos para que Honduras reciba el respeto que merece de la comunidad internacional.