Lo que hemos de explicar sobre los estragos que sigue provocando el coronavirus en el mundo está ocasionando verdadera preocupación en los gobiernos serios del planeta, sobre aquellos que, verdaderamente, tienen una real preocupación por salvar a sus poblaciones.
Una de las ocho cepas podría asesinar a un alto porcentaje de la población del planeta, y es responsabilidad de los gobiernos hacer lo que tengan que hacer para salvar a sus compatriotas.
Suficientes experiencias hemos escuchado sobre las muertes de ciudadanos en otros países, muchas pruebas hemos conocido acerca del comportamiento de malos hondureños que recibieron el compromiso de combatir la pandemia para salvar a la ciudadanía del virus.
El gobierno es responsable de todo lo que no se ha hecho, en su calidad de protector de toda la ciudadanía; esos descuidos por inadecuados asesoramientos se traducirán en resultado de mayor cantidad de muertes que se den en el transcurrir del presente año 2021. Serán tantos Honduras tus muertos, que todos morirán por error.
Cuando en nuestro país la cantidad de muertes por contagio viral sean tantos, el gobierno se verá en la obligación en invertir en la compra de hornos para incinerar cadáveres, producto de los contagios, siguiendo el ejemplo de Colombia.
Los hornos incineradores de cadáveres se ubican en los cementerios, especialmente para los fallecidos por el virus.
Los cadáveres se preparan en triple bolsa, se someten a refrigeración en congeladores; se compran trajes especiales para los manipuladores de cadáveres. En este proceso, lo que se quema son los líquidos, las grasas; y el resto —los huesos— es sacado del horno para ser triturado y convertirlo en gránulos para ser depositados en frascos especiales y entregados a sus familiares.
Ojalá en Honduras no se llegue a esto, porque tal como marcha la situación el panorama se vuelve muy desalentador para una población donde hay personas que no entienden que el covid-19 es letal.