Recientemente participamos en un evento sobre consumo (responsable) y producción sostenible. Pensaba que no había que tomarse el concepto extremo de que el planeta se extinga por el mal uso de sus recursos naturales; que debemos cambiar nuestro comportamiento comenzando por lo más elemental: gobernar el agua responsablemente.
Comentaba que la producción nacional está ligada al desarrollo sostenible por las oportunidades que genera a la vez que se sustenta en una cadena de valor desde el acopio de recursos naturales a la comercialización para brindar bienestar, objetivo del desarrollo humano sostenible como generador de trabajo deflactor de la delincuencia, aquí existe un indicador por excelencia: el agua.
El indicador de cantidad de agua en la naturaleza visibiliza el potencial del desarrollo y desnuda las malas prácticas ambientales en la cuenca reduciendo el potencial de manantiales y azolvando los ríos, también el indicador de calidad de agua contaminada desnuda la mala praxis en el tema de abastecimiento y de aguas residuales, afectando cuenca abajo a otros productores y ciudadanos que le utilizan.
El agua debe verse como un tema transversal, con acciones concretas derivadas tanto de su gobernanza efectiva como su gobernabilidad coordinada, de lo contrario la misma naturaleza visibiliza lo que se hace mal a través de esos indicadores primigenios de cantidad y calidad.
Los temas financieros y legislación apropiada deben estar de la mano con los indicadores básicos de la vida, el desarrollo y el bienestar, trípode básico del quehacer gubernamental y del desarrollo sostenible bajo el concepto del derecho humano al agua y, como tal, definir su adecuado financiamiento y organización sustentada en una legislación apropiada.
Rodolfo Ochoa Álvarez
Dr. En Gestión del Desarrollo