Todo ser humano antes de morir debería al menos haber buscado su verdad, pues sin duda alguna el mundo iría mejor si muchos tuvieran más fe, y justamente para aumentar nuestra fe hay que encontrar la verdad. Cada verdad es distinta y la búsqueda es individual, pero ¿de qué sirve buscar la verdad? Buscar la verdad es ir detrás de un propósito de vida, es saber quienes somos, que queremos, y creer lo que nosotros consideramos correcto. Y ¿cómo darnos cuenta de que estamos haciendo lo correcto?
Pues como bien dice La Biblia por sus frutos los conocerás. Muchas veces creemos que estamos haciendo lo correcto, pero la lucha continúa y nuestro camino, a pesar que lo hemos arado mucho, sigue sin darnos cosecha, quizá sea porque nos hemos adueñado de la verdad, quizás, porque la verdad no es absoluta, no podemos creer que siempre estamos en lo correcto y buscar afuera lo que está adentro es un caso perdido, ya desde mucho que la humanidad no está interesada en seguir buscando la verdad, la verdad que no es más que aspirar a la luz, pues aquel que ya conoce la luz y decide seguir en las tinieblas se ha condenado solo.
Buscar la verdad no es otra cosa que entender lo que somos para el mundo y las repercusiones que nuestros actos pueden tener, ya sean positivas o negativas.
Estamos cada día detrás de querer alcanzar los sueños sin conocer lo que somos y sin saber muchas veces como alcanzarlos, ¿qué soy, qué hago en este mundo sino conozco la verdad? ¿Podemos aspirar a la luz si somos ciegos creyendo que conocemos la verdad si siempre hemos aceptado lo que nos han impuesto?
Cuando vemos o nos preocupamos por lo que sucede en el mundo más que lo sucedido en nuestra tierra, sin duda alguna estamos muy lejos de la verdad, importará siempre más la realidad propia que la ajena, aunque la ajena no se puede desconocer, no se puede entender un mundo si antes no se entienden los pensamientos propios, y no se pueden entender los pensamientos sino conocemos la verdad. Pues la verdad nos hará libres.