Por: Orlín Omar Irías Castro
El 11 de enero de 2021, el entonces presidente de México Andrés Manuel López Obrador (AMLO), hizo pública una carta enviada por su presidencia a su majestad Felipe VI, Rey de España, en la que manifiesta que México desea que el Estado Español admita su responsabilidad histórica por las ofensas y agravios que le fueron causadas por España al pueblo de México durante la conquista.
La Carta de AMLO concluye diciendo que en virtud de que el 21 de septiembre de 2021, México celebraría 200 años de vida independiente, el gobierno que él presidía quería recordar ese acontecimiento como el día de la reconciliación histórica, para lo cual proponía a su Majestad que se trabajara en ello para lograr una ceremonia donde el Reino de España expresara de manera pública y oficial el reconocimiento de los agravios causados, admita su responsabilidad histórica por esas ofensas y, ofrezca las disculpas al pueblo y gobierno de México. Es lo que dice básicamente la carta de AMLO a su majestad el rey Felipe VI de España.
El siguiente capítulo de este guion, lo protagoniza la electa presidente de México, Claudia Sheinbaum, cuando el 25 de septiembre del año en curso, aclaró que no invitaría al rey de España a su toma de posesión el primero de octubre de 2024, porque no tuvo respuesta alguna de Su Majestad a la invitación que en su momento hiciere su predecesor.
Por su parte, su majestad Felipe VI, rey de España, manifestó con fecha 4 de octubre de 2024 en el Encuentro de las Academias Hispanoamericanas de la Historia, celebrado en Trujillo, España, en esa misma fecha y año que: “Podemos hablar con franqueza de nuestras posibles discrepancias (...), inevitables por lo demás en tantos siglos de historia compartida. Pero siempre desde el respeto basado en la amistad”.
No obstante, las palabras cordiales de Su Majestad sobre este pasaje histórico de las relaciones España-México, queremos destacar la respuesta a la presidencia de México de Alejandro Nolasco del Grupo Parlamentario de Vox en las Cortes de Aragón, mismo que dijo que “Los españoles no vamos a pedir perdón y, mucho menos por hacer las cosas bien (...) frente a tribus como incas, aztecas o mayas (...) que venían de una cultura horripilante”.
El historiador Zunzunegui nos expresa que disculpas al pueblo y gobierno de México ya las hubo, así, en 1836, se establecieron relaciones diplomáticas entre México y España, una vez aceptada la independencia, se hizo al respecto una ceremonia de Desagravios y Amistad.
En 1910 cuando Porfirio Díaz celebró el Centenario de la Independencia Nacional, para lo cual se realizó una Ceremonia de Desagravio, se intercambiaron regalos entre México y España y se declaró “la Amistad perpetua entre los dos pueblos”. Así mismo en 1991, su alteza Don Juan Carlos de España, padre del actual rey, se presentó ante líderes indígenas de Oaxaca y se llevó a cabo un Acto de Desagravio. Eso ya ha pasado muchas veces.
A 500 años de la caída Tenochtitlan, sitio emblemático de la conquista de Mesoamérica, las crónicas coinciden que Hernán Cortés logró tal hazaña con mil castellanos de sus tropas y, las de Diego de Velásquez, entonces gobernador de Cuba; aliados con cien mil tlascaltecas, texcocanos, chortíes, zempoaltecas, mayas, cholulas, náhuatl y oaxaqueños; o sea la conquista la hicieron los mismos nativos, no legiones y centuriones del ejército de Castilla. Las investigaciones nos apuntan que el concepto de España como el Estado de todos los españoles de ambos hemisferios nace con la Constitución de Cádiz de 1812, reivindicando dicha Carta Magna la nación de todos los españoles contra los ocupantes franceses, acaudillados por el emperador Napoleón Bonaparte.
¿Cómo el rey debe pedir perdón por los abusos y brutalidades de unos cuantos castellanos cuando en la conquista todavía no existía el Estado de México ni el Reino de España?, ¿Cómo pedir perdón por extraer del periodo neolítico de la era prehistórica a millones de habitantes de mesoamérica que no conocían la técnica de los metales y eran pueblos nómadas o seminómadas, con una cultura pagana, politeísta, pluriétnica, multilingüística y plurinacional?
¿Cómo pedir perdón por la elaboración de códigos de gramática en castellano, náhuatl, maya y quechua, mediante los cuales se transmitía el cristianismo, la cultura, el arte del barroco y la enseñanza de la administración virreinal? Nos preguntamos si se puede pedir perdón cuando la Reina Isabel de Castilla ordenó “reproducíos e integraos”, considerando que en la sociedad norteamericana sería hasta el siglo XX que se puso fin a la discriminación racial por enseñar una cultura grecorromana, continuación y alcance de un Imperio Romano Universal que no logra Carlomagno y que sí culmina Carlos V con la integración del mestizaje mesoamericano al mundo antiguo.
Los gobernantes que tienen su historia sacada de un guion, de un marco teórico, se equivocan cuando se dirigen a las masas; culpando a España por la conquista, tal afirmación crea confusión y desasosiego en el mestizaje americano que proviene del encuentro de Hernán Cortés y Malintzin, comenzando con su hijo Martín Cortés, el primer hispanoamericano del nuevo mundo.
¿Debemos preguntarnos si los católicos renunciaron a Jesucristo, la Virgen María, la Virgen de Guadalupe o la Virgen de Suyapa de Honduras después de 1821, si estos pueblos quieren retornar a los dioses precolombinos de los dioses aztecas, incas, quechuas o lencas?. Dioses como Yunkmil en la cultura maya, poseedora del inframundo, relacionada con perros, búhos y jaguares; Wiracocha, dios supremo de los incas, dueño del sol y la luna, nacido de las profundidades del río Titicaca; Huitzilopochtli, deidad de los mexicas que ordenan la fundación de Tenochtitlán, provenientes de Teotihuacan y fundan la ciudad donde un águila se posa sobre un nopal. Tezcatlipoca, oponente de Quetzalcóatl, según un mito tolteca, verdadero dios, aunque debemos considerar que Quetzalcóatl es la remembranza de los hombres de los países bajos llegados a América allá por el año 600 D.C.; Inti, deidad del imperio inca, hijo del dios Viracocha, antepasado de los dioses del imperio inca, padre de Manco Cápac y, finalmente Xipe Tótec, hermano de Quetzalcóatl en el México azteca.
¿Es justo que odiemos a España cuando fueron los ibéricos los que nos incorporaron al imperio universal de la razón y la civilización, en la era del vapor, la era de la revolución eléctrica, la era de la revolución digital, la era de la inteligencia artificial, y, en la que se avecina: la era de la revolución ambiental?.
En la narrativa que hace AMLO, de la caída de Tenochtitlan, el expresidente nos muestra su ignorancia, por cuanto en el pasado sucedieron hechos, más en la historia solo hay interpretaciones según Nietzsche, AMLO quiere más poder al describir hechos de la conquista. Los historiadores coinciden que España hizo una tarea monumental en la construcción de una nueva sociedad de común acuerdo con las pueblos nativos.
La caída de Tenochtitlan y, la decadencia del mítico mundo precolombino, es el punto de inflexión para el ascenso del México mestizo de ahora.