Existe la llamada “Escala de Valores” en la que se clasifican las virtudes o atributos con los que, necesariamente, todo ser humano debe de fortalecer su carácter.
Primero, esta clasificación está basada en la moral plasmada en la escala que empezó a enseñarse en los hogares coloniales y que se incluyó en los programas de las escuelas escolásticas, y más tarde, en forma indirecta fue enseñada por los líderes religiosos, desde los tiempos de la colonia.
En la educación formal hondureña se introdujo la ética como parte de los planes de estudio en las escuelas creadas por los sacerdotes de la Orden Jesuita, quienes iniciaron también la fundación de universidades en Latinoamérica.
Es la ética o moral la que define los comportamientos de los miembros de la sociedad, siendo esos valores, entre otros, los siguientes: la sabiduría, el carácter, el amor, la lealtad, la libertad, la paciencia, la perseverancia, la caridad, la decencia, la honradez, la humildad, la verdad, la voluntad, la honestidad, el trabajo, el perdón, la generosidad, la gratitud, la fe, la dignidad y la esperanza.
Existen los denominados “valores espirituales” cuyos orígenes son divinos.
A esos valores espirituales se les conoce como dones espirituales, adquiridos por la Gracia de Jesucristo; invariables, definitivos, fijos en el cristiano sincero como fruto del Espíritu Santo, el que entra a morar en su mente desde el momento de ser bautizado.
¿No sabéis que sois templo de Dios y que el Espíritu Santo de Dios mora en vosotros? (1 Corintios: 3:16;6:19)
Estos son los dones espirituales: el amor, el gozo, la paciencia, la benignidad, la bondad, la fe, la mansedumbre y la templanza.
Son dones de origen divino, son un regalo del Espíritu Santo para los cristianos que se nutren con la sabiduría del Nuevo Pacto de Jesucristo para toda la humanidad Humanidad.
Hebreos; 8:13;9:13,15, al 28: el gozo como Don, no es sinónimo de alegría sino de complacencia.