Como es del conocimiento público, el abogado Oswaldo Ramos Soto, expresidente del Colegio de Abogados (1979-1980), falleció el 30 de agosto recién pasado. ¿Cuál, cree usted, es el vacío que deja este notable jurista? Se le consultó al abogado y analista político Wilfredo Laínez. El abogado Oswaldo Ramos Soto deja un vacío enorme en el ámbito jurídico y académico de Honduras. Su mente brillante y su capacidad de análisis trascendían las normas legales para explorar los principios de justicia y equidad. Fue un pilar en la formación de generaciones de abogados, quienes aprendieron de él no solo el rigor del derecho, sino también el valor de una visión crítica y ética. Su ausencia se sentirá profundamente en cada aula de Derecho y en los foros donde se debaten los destinos jurídicos de nuestro país.
Tuve el honor de conocer al abogado Oswaldo Ramos Soto en calidad de catedrático del alma mater y, en ocasiones, como interlocutor en discusiones académicas. Su dedicación al derecho constitucional y su ética profesional lo convirtieron en un referente para quienes compartimos su vocación por la enseñanza y el análisis jurídico. Recuerdo que, en una ocasión, durante un debate en una de sus cátedras, el abogado Ramos Soto nos retó a plantear una defensa de la Constitución desde el punto de vista de los derechos fundamentales. Su capacidad para provocar el pensamiento crítico y su habilidad para guiar a sus alumnos hacia conclusiones profundas y reflexivas fue impresionante. Siempre buscaba que entendiéramos la trascendencia del derecho. La trayectoria del abogado Ramos Soto es, sin duda, un ejemplo de compromiso y dedicación. Su desempeño como maestro de generaciones lo inmortalizó en la memoria de quienes aprendimos de él el respeto al derecho. Como rector, defendió la autonomía universitaria con una visión de progreso y desarrollo.