Fundada en 1524 con el nombre de Triunfo de la Vera Cruz, hasta que con el pasar del tiempo, después de varias reducciones del nombre, se quedó diciendo solamente Tela, fue además, políticamente hablando, la primera ciudad que se creó. Así pues, 227 años después, en 1797, llegan a la costa norte hondureña los garífunas, comunidad que sin duda alguna llega a enriquecer las costumbres y tradiciones de los costeños y que a partir de la fecha han hecho un enorme aporte cultural a todo el país.
La ciudad de Tela cuenta con cuatro comunidades garífunas: Tornabé, San Juan, La Ensenada y el Triunfo de la Cruz, y en el barrio Independencia, ya en la ciudad como tal, está uno de los artistas hondureños garífunas con más trayectoria a nivel nacional, el reconocido pintor y autodidacta Cruz Bermúdez, nacido también, por cuestiones del destino, un 3 de mayo; participando en simposios internacionales, ganando el Premio de la Herencia Africana en Honduras, eso entre otros muchos reconocimientos. Tela es una cuna de artistas.
Según reza la historia, en el famoso y antiguo edificio frente al bulevar costero, más conocido como el edificio de la Contaduría, en ese lugar se elegía y quitaba a presidentes hace muchos años atrás, el emporio bananero estaba muy sólido en esta ciudad y aunque el monumento de la Huelga del 54 no está aquí, fue en Tela en donde los trabajadores iniciaron los movimientos para luchar contra las transnacionales.
Una ciudad que recibe en el verano de la Semana Santa más de un millón y medio entre turistas y visitantes, es un lugar que debe de estar constantemente evolucionando, hasta hace muy poco se le está dando debida propaganda como uno de los lugares turísticos más importantes del país. Sus playas son hermosas, su gastronomía es exquisita y sus habitantes en su mayoría profesan la fe impuesta por los españoles, pues considero que las herencias son distintas y hay que ir contando también nuestra versión de los hechos y no solo la de los llamados “conquistadores”. Tela, ciudad con calidez humana, con un calor exasperante, pero un paraíso del que no te quieres ir y al cual quieres volver.