Conversando con un profesional de altos quilates de las ciencias jurídicas como lo es el reconocido abogado y notario Rodil Rivera Rodil, sobre el recién fallecido abogado Ramos Soto (QEPD) manifestó lo siguiente: El abogado Ramos Soto deja una indeleble huella en su paso por la historia de Honduras en los diversos campos por lo que transitó durante su existencia: en el universitario, en el de la judicatura, en el profesional y en el político, tanto por su sobresaliente inteligencia, su aplicación al estudio, como por su privilegiada memoria.
Y si bien, como todo ser humano, pudo incurrir en muchas fallas como político, no soy yo, como enseguida se entenderá, la persona adecuada para emitir ningún juicio sobre ellas. Mi relación con él se dio en el ámbito político y en el personal. Y se inició, aunque de manera superficial, cuando ambos fuimos diputados en el Congreso Nacional durante el gobierno del licenciado Rafael Leonardo Callejas, de 1990 a 1994.
No obstante, esta no duró mucho, porque a los pocos meses fue nombrado presidente de la Corte Suprema de Justicia. Pero unos años más tarde, se entabló entre nosotros una genuina amistad, a pesar de nuestra opuesta militancia política. Y contribuyó a ello, sin duda, que el abogado Ramos Soto poseía en alto grado ese raro atributo que conocemos como “don de gentes”.
¿Y cómo evaluaría usted la trayectoria del abogado Ramos Soto, como maestro de generaciones en la Facultad de Derecho, rector de la UNAH, presidente de la Corte Suprema de Justicia y diputado del Congreso Nacional?, le consulté.
Como la que solo se puede tener con las cualidades académicas y profesionales que lo caracterizaban.
Sin duda que el abogado José Oswaldo Ramos Soto ha dejado un vacío en el gremio al que pertenecía, en la academia, en la política, la sociedad en general, por su mente brillante.