El irrespeto al orden, a las reglas y a las leyes establecidas es una constante en Honduras. Y de allí se derivan muchos de nuestros problemas, incluso de los más graves, y que son el caldo de cultivo para otros, como la misma inseguridad, la impunidad, la baja producción y el caos administrativo en general.
Una muestra, pequeña, pero muy significativa de la falta de seriedad con que se toman las cosas en Honduras, hasta aquellas que tienen que ver con la identidad nacional, el espíritu patrio y el civismo, es la changoneta -para expresarlo en buen catracho- en que se han convertido, desde hace algún tiempo, los feriados nacionales por decisión gubernamental.
En el gobierno actual, las cosas más bien han empeorado, como lo demuestra el hecho de que el 1 de octubre se decretó para que los feriados correspondientes al día miércoles 3 (nacimiento de héroe Francisco Morazán y el viernes 12 (Día de la Raza o de la Hispanidad) se pasaran para los lunes 8 y 15, respectivamente, para hacer los famosos “puentes” y dizque estimular así el turismo interno. Pero, el propio viernes pasado se emitió un acuerdo mediante el cual el feriado correspondiente al 12 de octubre se pasa para mañana martes, con lo que se rompió el “puente” con el que se justificaba la decisión anterior, ahora con la excusa del partido que la selección hondureña disputará mañana en San Pedro Sula ante su similar canadiense.
Con esto, el gobierno no solo reafirma el irrespeto para una fecha legalmente establecida como feriado nacional, sino que también exhibe el desorden, la improvisación, la absoluta falta de planificación, con que se conducen los destinos del país.
Y es que, por principio, había que revisar esos feriados nacionales, ya que hay algunos, --como el del 21 de octubre--, que deberían ser observados solo en la institución o el sector a los que estén dedicados. Además, desde el momento en que el día de su conmemoración se mueve al antojo de los gobernantes, y la sociedad lo acepta así, significa que no se le da la importancia asignada al momento de su declaratoria como tal. A nadie se le ocurriría, por ejemplo, mover el 24 de diciembre para hacer “puente” o una Semana Santa para que los hondureños pudiéramos ver los partidos finales de una copa mundial en la que la H estuviera compitiendo.
Ya es tiempo de que se le ponga fin a la changoneta con los feriados nacionales y con la forma en que se administra este empobrecido, violento, caótico y saqueado país.