El maestro Ramón Oquelí señalaba que el milenio que recién iniciamos marcaría un cambio sustancial en el orden internacional, y afirmaba: “este es el milenio de los chinos”. La República Popular de China ocupa el tercer lugar en extensión y es el país más poblado del planeta. China es el segundo país que más consume y produce energía en todo el mundo, después de Estados Unidos. Asimismo, es uno de los países que más capacidad ha instalado para las energías renovables. Sus principales ciudades se ubican sobre un largo litoral de ocho mil kilómetros.
Y es que al revisar la historia de la humanidad, China es un sitio de consulta ineludible, de cultura milenaria; el papel, el vidrio, la pólvora y la imprenta, entre otros inventos que revolucionaron la humanidad, tuvieron su origen en China. Nadie que se precie de culto o que aspire a serlo puede desconocer que los chinos inventaron y aplicaron desde tiempos remotos tecnologías en diversas áreas como la mecánica, hidráulica, matemáticas, metalurgia, astronomía, agricultura, ingeniería, náutica, además de otros aportes, desde el culto a las artes hasta la guerra.
Desde hace unas décadas, China se ha convertido en un destino atractivo para la inversión. Prueba de ellos es que varios países, en especial la Comunidad Económica Europea, vienen sosteniendo relaciones cordiales con el gigante asiático. En los grandes centros urbanos europeos y en distintos rumbos del orbe se encuentran oficinas de enlace interesadas en promover vínculos de inversión.
Honduras tiene una ubicación geográfica envidiable con recursos naturales y humanos sin aprovechar: viendo nuestro escaso desarrollo, se tendrán que buscar nuevos horizontes, y buscar aliados que ofrezcan mejores condiciones, y aprovechar las experiencias que potencias como la República Popular de China han alcanzado. Es tiempo ya de replantear las relaciones bilaterales con otros países y quitarnos la venda que hábilmente nos impusieron a lo largo de la Guerra Fría. Significa que es preciso hacer un recuento de qué tan cierta es la ayuda internacional o que los entes del Estado nos hablen con estadísticas ciertas.
Es tiempo de hacer un recuento y que los personeros del gobierno nos digan a cuántos millones ascienden las “ayudas” de los países históricamente aliados con Honduras, o en todo caso que nos expliquen donde están esos proyectos triunfantes que hayan servido al menos para frenar la migración constante de hondureños hacia al extranjero, o que hayan mitigado el hambre galopante en nuestro país. Si las sumas son ínfimas y los resultados son calamitosos, entonces estamos a tiempo de trazarnos nuevas metas, de buscar tratos dignos que fortalezcan nuestra autodeterminación como país soberano, sin que nos vean con mancilla diplomática.
Es significativo mencionar que desde hace varias décadas algunos países como Cuba, Chile y Argentina iniciaron relaciones con China, y posteriormente se han venido sumando otros países del continente americano. En 1961 China abrió en Santiago la Oficina de Información Comercial de la Corporación China de Importación y Exportación, mediante la cual, desde el establecimiento de relaciones diplomáticas en 1970, el comercio bilateral se ha desarrollado de manera normal.
Destacan en el viejo continente las relaciones de España con China, que también iniciaron desde los años setenta. Actualmente, las empresas españolas que buscan negocios y oportunidades de inversión son cada vez más. Los rubros de estas empresas son variados y van desde la promoción turística a alimentos, maquinarias y tecnología. España también comercializa con China productos manufacturados en grandes cantidades.
En los últimos años muchos intelectuales españoles llegaron a China para promover la enseñanza del español, además de que las principales obras de la literatura universal ya han sido traducidas al mandarín. Como valioso aporte educativo-cultural se han desarrollado múltiples jornadas de intercambio cultural, foros de debate. Asimismo, varias universidades españolas siguen ofreciendo becas a jóvenes chinos de excelencia académica. Nuestras universidades públicas y privadas podrían abrir en nuestro país similares escenarios a estudiantes asiáticos, en una serie de áreas relacionadas con el medio ambiente, desarrollo comunitario y las ciencias marinas.
No se trata de que China sea la panacea universal, o que por arte de magia nos van a resolver los crónicos problemas que padecemos; tampoco es que vamos a entregar el país a otro imperio o que vamos a ceder en nuestros parámetros culturales. Se trata de experimentar nuevas oportunidades, de acercarnos con dignidad y sacar el mejor provecho posible en áreas que ellos u otras naciones han manejado con éxito, convirtiéndolos en referentes para la humanidad.
Nada justifica que nuestro privilegiado país, contando con tantos recursos naturales y tanto talento humano, esté experimentando un deterioro en la calidad de vida, altos índices delincuenciales y una fallida imagen internacional, sustentada en parte desde nuestros propios medios de comunicación. Debemos valorar además el hecho de que otras naciones del orbe, incluso con menos recursos y en condiciones menos favorables o casi adversas, han alcanzado niveles aceptables de desarrollo humano.
* Honduras tiene una ubicación geográfica envidiable con recursos naturales y humanos sin aprovechar: viendo nuestro escaso desarrollo, se tendrán que buscar nuevos horizontes, y buscar aliados que ofrezcan mejores condiciones, y aprovechar las experiencias que potencias como la República Popular de China han alcanzado.