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A Ucrania se le agota el tiempo

Quedan apenas unos meses para que se celebren las cruciales elecciones presidenciales norteamericanas, en las que, según todos los sondeos, el candidato republicano, Donald Trump, podría ganarlas con facilidad. La llegada de Trump a la Casa Blanca implicaría, seguramente, un giro radical en la política exterior norteamericana. Aparte de ser un firme defensor de las políticas más radicales en Israel con respecto al conflicto con los palestinos, en lo que respecta a Ucrania también habrá cambios y la cercanía, por no decir simpatía, de Trump con el presidente ruso, Vladimir Putin, no es algo desconocido ni nuevo. Trump podría forzar a unas negociaciones a los ucranianos, en las que participarán con una clara desventaja frente a Rusia.

Pese a que los Estados Unidos y otras potencias occidentales han permitido ahora a Ucrania atacar con armas enviadas por Occidente a Rusia desde su territorio, no cabe duda que los últimos avances rusos en el campo de batalla, especialmente en los alrededores de Járkov, han llevado a varios países a acelerar sus envíos de armas a Ucrania. La situación en los alrededores de Járkov es crítica.

Aunque los funcionarios estadounidenses insisten en que no existía una prohibición formal, desde hace tiempo han dejado claro que creen que el uso de armas estadounidenses para atacar objetivos dentro de Rusia podría provocar una escalada por parte de Moscú, algo que el presidente ruso Vladimir Putin ha prometido. La escalada dialéctica de Rusia contra Occidente en estos dos años y medio de guerra nunca ha decaído, incluidas amenazas nucleares por medio, y la tensión en la periferia de este país, especialmente en los países bálticos, Polonia, Georgia y Moldavia, es muy alta. A medida que Rusia intensifica sus ataques en Ucrania, también lleva a cabo acciones desestabilizadoras en esos países, donde incluso se han detenido agentes rusos para provocar supuestas conspiraciones, como ha ocurrido en Moldavia.

Sin embargo, aparte de estas consideraciones y de esta nueva escalada rusa, la guerra está estancada claramente y Ucrania ha pasado de estar en una fase ofensiva, ocupando pequeños territorios y aldeas sin importancia estratégica, a una defensiva, dada la fuerte concentración de fuerzas rusas en los alrededores de Járkov. Después del constatado fracaso de la ofensiva ucraniana, que no consiguió los objetivos deseados ni arrebató importantes ciudades y territorios a las fuerzas rusas, Ucrania ya no podrá llevar a cabo grandes operaciones estratégicas, sino que tendrá que limitarse a sobrevivir y que los rusos no sigan avanzando en su territorio.

Según el último informe del Instituto para el Estudio de la Guerra (ISW), Rusia sigue avanzando territorialmente, concretamente cerca de Liptsi (Járkov), Avdivka (Donetsk) y en la frontera entre Donetsk y la región de Zaporiyia. El ISW también recoge progresos ucranianos dentro de Vovchansk (Járkov), donde las tropas de Kiev estarían recuperando territorio ocupado por Rusia en las últimas semanas.

Según fuentes rusas, en el último mes de mayo 28 localidades ucranianas han sido conquistadas por las fuerzas rusas y la presión militar continúa sobre Járkov, donde ambas partes concentran grandes fuerzas. Los rusos han conquistado 250 kilómetros cuadrados a añadir a su vasto territorio ya conquistado y se encuentran a menos de treinta kilómetros de Járkov. El estancamiento de la guerra, cuando apenas le quedan unos meses a Ucrania para que llegue previsiblemente Trump a la Casa Blanca, pone una posición absolutamente desfavorable a los ucranianos, mientras le permite a Rusia ganar tiempo y consolidar sus posiciones territoriales de cara a unas negociaciones con Kiev, algo que tarde o temprano tendrá que ocurrir. Por ahora, Rusia mantiene bajo su control casi el 20% del territorio ucraniano, una posición de mucha fuerza de cara a un diálogo directo de Kiev.

Aparte de estas circunstancias ya de por sí adversas para los ucranianos, llega el verano y las dificultades para las fuerzas rusas serán menores para seguir su ofensiva en Ucrania, toda vez que por ahora Rusia muestra una gran fortaleza en hombres, armas y piezas de artillería, algo de lo que han carecido hasta ahora las fuerzas ucranianas por la parálisis en la ayuda occidental, sobre todo debida a la reticencia de los Estados Unidos, donde los republicanos se oponen a seguir apoyando a Kiev, y un menor flujo de ayuda por parte de muchos países occidentales.

“El largo tiempo que pasó para que los europeos y los estadounidenses que apoyan a Ucrania le enviaran ayuda llevó a que Rusia tuviera mucho tiempo para movilizar a sus propias tropas, entrenarlas, equiparlas y poner su industria en pie de guerra. Y eso es realmente algo que se está sintiendo esta primavera más que nunca”, señalaba Simon Schlegel, analista senior del para Ucrania del International Crisis Group en una colaboración para el diario colombiano El Tiempo.

Sanciones que no funcionan y fortaleza exterior de Rusia

Cuando han pasado más de dos años desde que se iniciara la guerra, el impacto económico de las sanciones ha sido muy relativo y no han conseguido el objetivo político que perseguían, que eran presionar a Rusia para buscar una salida negociada a su conflicto con Ucrania. Aparte de la depreciación del rublo frente al dólar, las sanciones se han visto aminoradas por un mayor intercambio comercial con países como China, Irán, Turquía -que nunca observó realmente las sanciones-, Corea del Norte y otros países que no han respetado las mismas, tanto en Asia, como en Europa y América Latina.

Rusia mantiene todavía un alto nivel de intercambios, no solamente a nivel comercial y económico, con numerosos países del mundo y la guerra contra Ucrania ha tenido un impacto relativo en sus relaciones internacionales. Aparte de los países ya citados que se han negado a sumarse a las sanciones contra Moscú y que bajo cuerda apoyan a los rusos, en muchas partes del mundo, como en América Latina, Rusia cuenta con numerosos apoyos, como son los casos de Brasil, Bolivia, Colombia, México -incluso jugando a una ambigüedad bien calculada-, Cuba, Nicaragua, Honduras y Venezuela, países que no se han sumado al boicot y a las sanciones internacionales puestas en marcha por Occidente.

La situación en Asia no es mejor, pues las dos grandes potencias continentales, China e India, tampoco han secundado a Occidente y mantienen intactas sus relaciones con Rusia a todos los niveles, incluidas compras de armas, petróleo y gas a bajos precios y con garantías preferenciales. La periferia de Asia central tampoco se ha sumado al bloqueo occidental y mantiene buenas relaciones comerciales y económicas con Rusia, de la misma forma que Irán y Corea del Norte suministran armamento, drones y otros pertrechos militares a los rusos.

Divisiones en Europa con respecto al conflicto

En lo que respecta a Europa, sorprende bastante el tono de algunas cancillerías, como la francesa, que ya no hablan de una victoria de Ucrania, sino de no dejar que la guerra la gane Rusia, y que empiezan a manejar la hipótesis de nuevos escenarios geoestratégico en el caso de que gane Trump la carrera hacia la Casa Blanca. Trump ha llegado a amenazar con abandonar la OTAN, lo cual sería una catástrofe para Europa, si los europeos no aumentan sus gastos en defensa significativamente, una demanda que estuvo muy presente durante todo su mandato y en las conflictivas cumbres de la Alianza Atlántica cuando era presidente de los Estados Unidos.

Ya en el seno de la Unión Europea (UE), hay cada vez más voces que disienten de la ayuda occidental a Ucrania, como son los casos de Hungría, que incluso la bloquea, Eslovaquia y Eslovenia -los tres amigos de Putin en el club europeo-, y en la OTAN hay países como Turquía que siguen manteniendo un nivel de interlocución con Rusia absolutamente normal sin que la guerra de Ucrania haya afectado en lo más mínimo en sus relaciones. ¿Llegado el caso de una agresión rusa a los países bálticos (Lituania, Letonia y Estonia) o Moldavia harían algo estos países para hacer frente a Rusia? Hay serias dudas sobre si se podría responder afirmativamente a esta pregunta y, por dicho motivo, en estos países cunde la preocupación y se preparan, quizá, para una futura guerra.

Para concluir, no cabe duda que la situación para Ucrania es mucho más difícil que hace dos años y medio, cuando fue atacada y los ucranianos detuvieron a las fuerzas rusas a las puertas de Kiev, y Rusia está mostrando una mayor fortaleza, capacidad de resistencia y un nivel ofensivo y táctico mucho más alto que entonces, mientras que el bloque occidental comienza a mostrar fisuras en lo que hasta hace apenas unas semanas era un grupo monolítico y homogéneo. Luego, si se confirma la victoria de Trump, el peor escenario para los ucranianos, es más que seguro que Estados Unidos presionará para una salida negociada en una mesa de conversaciones, en las que Ucrania, casi con toda probabilidad, se vería obligada a entregar territorios a los rusos. Con la experiencia pasada, Rusia nunca ha entregado territorios conquistados a los países a los que se los arrebató, como son los casos de Georgia y Moldavia, y Putin nunca entregará ni Crimea, ni Donest, ni el Donbás, conquistados a sangre y fuego a Ucrania.