¡Basta ya!

La norma de esta columna ha sido siempre mantener la crítica dentro de un marco de respeto a los lectores, procurando construir en ellos una idea que sirva para aclarar conceptos, disipar dudas, corregir enfoques, y como propósito toral

  • 14 de septiembre de 2024 a las 00:00
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La norma de esta columna ha sido siempre mantener la crítica dentro de un marco de respeto a los lectores, procurando construir en ellos una idea que sirva para aclarar conceptos, disipar dudas, corregir enfoques, y como propósito toral, contribuir en la construcción de esa nueva Honduras que tanto anhelamos todos los seres que ostentamos con orgullo el apelativo de catracho.

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Es sumamente preocupante el deterioro extremo que ha alcanzado el ambiente político de nuestro país. En estos últimos años se ha llegado a la cúspide de la ofensa entre contrarios; el lenguaje soez y vulgar con que se enfrentan ideas opuestas; la amenaza de emplear la violencia colectiva para aplacar reclamos justos populares; el abuso de las instituciones públicas, propiedad de todos, para amedrentar a una población históricamente pacífica y, si se quiere, excesivamente tolerante.

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Pocas veces un régimen en el poder había sido colocado contra las cuerdas por un pueblo enardecido, hastiado, desilusionado, burlado y abusado por personajes que en un momento dado se beneficiaron de la riqueza que proporciona el respaldo popular en las urnas, pero que en el transcurso de pocos meses transformaron ese oro en cobre o latón barato.

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Provoca indignación escuchar por los medios de comunicación las comparecencias de personajes perniciosos cuyas manifestaciones pretenden ser defensas contundentes del régimen, utilizando como escudo la imagen de la presidenta de la República; cuando en realidad la pobre calidad de su lenguaje, la vulgaridad de sus gestos, el atropello de las normas mas elementales del diálogo respetuoso provocan, sin lugar a duda, un efecto contrario al que ellos pretenden alcanzar. Destruyen la poca imagen que aún le podría quedar al gobierno de doña Xiomara porque provocan en el sentimiento de la ciudadanía un incremento en el desprecio por todo lo que está ocurriendo.

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Las encuestas realizadas en los últimos tiempos por empresas serias y otras poco serias, pero al fin y al cabo medidoras del consenso político nacional, no se equivocan. La caída libre de estos personajes y del partido en el gobierno en general es indetenible. Solo un fraude masivo en las próximas elecciones puede detener la debacle de un partido político que en determinado momento llego a ser posibilidad de cambio. Las últimas cadenas nacionales en lugar de orientar al pueblo, de alentar su tranquilidad y de prometer un mejor futuro han fracasado por la incapacidad de sus productores, la falta de tacto político es innegable; así como la ausencia absoluta de un sentido de oportunidad. Lo que aflora es el abuso de las instituciones; la comparecencia de miembros de uniforme acompañando a un grupo de representantes del partido de gobierno solo contribuye a generar mayor desconfianza en el brazo armado del pueblo. Nada logran acuerpando un mensaje eminentemente político partidario para una convocatoria cuyo único propósito es contrarrestar, por la amenaza velada, los reclamos populares en una fiesta de carácter eminentemente nacional.

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Por eso, ¡BASTA YA!

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