Columnistas

Bien cómodos siendo cómplices

Inalterable como está descrito en los libros escolares. Sí, el 1 de enero de 2025 llega Cristóbal Colón a San Pedro Sula, esta vez recargado, como historieta relatada a párvulos de primaria. Otra vez el colonizador trae espejos para cambiarlos por oro y deslumbrar a los nativos sampedranos.

Después de la llegada de Colón hace 522 años, el departamento de Cortés sigue siendo el botín más buscado por su interminable riqueza, con una sociedad homogénea para hacer de ella lo que se venga en gana. Así es, es lo que saben y dominan a la perfección los políticos hondureños.

Los comicios electorales primarios en Honduras deberán desarrollarse el 9 de marzo de 2025, concluyendo el proceso con la entrega de los resultados finales y la declaratoria el 8 de abril de ese año. Es por ello que, a partir del próximo enero, cada fin de semana llegarán desde la capital los nuevos conquistadores de voluntades de los vecinos más bondadosos del Valle de Sula.

De Semana Santa a la fecha, solo ha llovido un par de veces y poquitas gotas en la ciudad de los zorzales que, por cierto, ya escasos; sin duda una ciudad que hasta el clima le reclama fuerte. Entonces dirán, pero y qué tiene que ver una cosa con la otra, pues sí, y les describo porqué:

Hace unos 50 años los sampedranos alardeaban de ser la ciudad más próspera de Honduras porque contaban con sus zonas residenciales separadas de sus parques industriales, hoy por hoy, lo que antes era residencial se volvió comercial y lo industrial convive entre sus ciudadanos de cuadra en cuadra.

Y es que por 30 años la Empresa Nacional de Energía Eléctrica, ENEE, le dio la espalda al país. Su sindicato de trabajadores fue radical al decidir a pie juntilla proteger sus salarios y prestaciones, entregarse a los políticos que disfrutan ultrajarles y no así a defender un derecho de los hondureños: la energía. Hoy que los racionamientos son extremos, con suerte, cuatro horas y día de por medio en cada zona, bastan para acentuar el calvario de casa en casa.

Así como antes se nos enseñaba a saludar con un “buenos días”, hoy primero decimos: “qué calor va´ usté”, pero lo bueno de todo esto es que el cambio climático ya no es un total desconocido o “un personaje” anónimo, la gente ya habla de eso de manera cotidiana, pero sin saber qué o quiénes aceleran la destrucción.

Sí, de realidades a realidades, el mayor impacto negativo en el planeta lo generan los países altamente industrializados y sus emisiones de gases con efecto invernadero; pero igual, nuestras sociedades encontraron en esos culpables su nuevo chivo expiatorio y lo afirman categóricamente soplándose con un abanico ante las desesperantes olas de calor.

Lo que está claro y a todas luces es, que, si no nos ahoga el calor en un par de semanas más de infierno, serán las inundaciones que se avecinan por la temporada ciclónica. Mientras todo eso pasa, por ahora el tema y ante la desesperación, es que cada pueblo que va recibiendo su tormentilla, poco a poco va dejando sus impulsivas intenciones de sembrar un árbol.

Pues claro, si es que no se trata de ir a sembrar a lo bruto, primero y antes de hacerlo, las municipalidades y el gobierno central deben modificar sus planes de conservación de flora y fauna; multas severas y castigos ejemplares para quienes atenten contra la vida cortando árboles, una acción que, sin control forestal, solo será manjar para la jauría.

Por ejemplo: ¿qué papel juega la municipalidad de San Pedro Sula en los anales de la historia? Toda una tragedia, hoy en día es la ciudad más castigada por tanto apagón, y como no, si es que en ninguna administración jamás se sentaron junto a la ENEE para trabajar planes de desarrollo con crecimiento ordenado y así expedir permisos de operación de acuerdo a la demanda de energía o la razón social de cada nueva construcción.

Usted puede comprobarlo en su barrio, colonia o en la zona que resida, sí, porque donde hace unos años su cuadra era una linda y tranquila vecindad, hoy tres de cada siete casas son mercaditos, ventas de baleadas y hasta abarroterías; todas demandando con entereza mayor eficiencia a un transformador eléctrico que apenas cuelga con su generoso pasado de gloria, porque capacidad para soportar la demanda dejó de tenerla hace décadas.

Esa es la dura realidad de los sampedranos, pero bien, si hoy nos comemos el calor, mañana nadaremos en la inundación, pero tengan fe, pues de enero para adelante vendrán de Tegucigalpa a ofrecer la gloria en el cielo y bien que sí, porque después de todo lo que sufre esta ciudad de más de un millón, el reino de los cielos está ganado.

Mientras tanto, otro año más veremos cómo pasan millones de litros cúbicos de agua por un valle que no tiene represas, reservorios, pero sí kilómetros tras kilómetros de bordos fisurados donde vienen a hacer Facebook Live los conquistadores de oficio a una llanura que solo representa votos y la escalera que les sostiene en el poder.