“Llévalos a un punto del que no puedan salir, y morirán antes de poder escapar”; Sun Tzu, general y filósofo chino (544-496 a.C.).La antigua ruta de la seda china se convirtió en un mito. La nueva ruta de la seda es un proyecto global real. Más de 65 países involucrados y cuatro continentes. Un plan estratégico de ramificaciones geopolíticas y económicas mundial. En nuestro caso, se tratará de una asimétrica relación de un gigante contra un enano. Algunos ejemplos ilustran esa relación de asimetría con otros países:
Camboya. Vannarith Chheang, analista político: “Los inversores chinos sobornan a las autoridades para obtener los permisos de construcción. Hablamos de crimen y corrupción. Esto abre las posibilidades a sus inversiones. Competencia, licitaciones... no hay transparencia especialmente en megaproyectos. La antipatía hacia China es muy pronunciada y se extiende rápidamente”. Muchos camboyanos sienten que son los perdedores del auge de China.
Myanmar. En Mandalay los chinos controlan diversos mercados: “Ellos siempre ganan, nosotros perdemos...”, dicen los locales. Hay resistencia ante la codicia de los chinos por las materias primas del país, entre ellas, la energía.
Hambantota, Sri Lanka. Expropiaciones, desplazamientos y resistencia. “Tomaron nuestra tierra y dijeron que habría trabajo para todos en el puerto. Pero los chinos no quieren trabajo para nosotros los campesinos, solo quieren trabajo para su propia gente. Ahora ellos lo controlan todo aquí...”. El país tiene ahora una deuda de 1,100 millones de dólares al 12%, prácticamente impagable.Pakistán. China construye una carretera que le permita el acceso directo al Océano Índico para extender su influencia y poder. ¿Qué obtienen los paquistaníes? La deuda.
Las historias hacen fila: Kirguistán con su lucha por su oro que los chinos pretenden, Pakistán y sus acuerdos portuarios secretos con China. Uzbekistán y su algodón maquilado por compañías chinas y exportado a aquel país a costos irrisorios con la etiqueta “Made in China”. Hungría y su carísimo ferrocarril de 1,000 millones de euros que beneficia únicamente a los chinos.
Europa, Asia y África están siendo engullidas por las inversiones de una avariciosa China, sedienta y hambrienta de materias primas. El objetivo ahora es Latinoamérica. La economía extractiva de China es realmente preocupante. La forma en que explota los recursos naturales de otros países para satisfacer su insaciable demanda de materias primas es cada vez más atrevida y discutible.
Mientras tanto, en China, un millón de uigures (etnia musulmana) guardan prisión en campos de “reeducación”, por no decir de concentración. El gobierno chino ha cerrado miles de iglesias y perseguido a los cristianos y a miembros de otras religiones. Es paradójico: China se extiende al extranjero, pero al mismo tiempo teme la influencia del extranjero. Sólo le interesa el intercambio de capitales, no de personas ni de ideas.
Relacionarse con un país cuestionado por sus prácticas comerciales, su estado de vigilancia total, su régimen antidemocrático, su política de préstamos a cambio del drenaje de los recursos naturales, el maltrato laboral y la corrupción, nos hace pensar que los chinos están siguiendo al pie de la letra el manual de su antiguo general para forrar de seda a la clase política hondureña y a nosotros nos llevarán por la ruta del agotamiento de nuestros recursos, la deuda y la esclavitud económica.