Inicialmente los denominados “cisnes negros” fueron concebidos para sucesos del ámbito financiero, pero la generalización de esa metáfora se alcanzó en el 2007, cuando el creador de la misma, el exoperador de bolsa Nassim Taleb, publicó un libro del mismo nombre, en el cual se establecía que el concepto para ser válido debía reunir tres atributos: “El primero, que debe estar fuera de las expectativas, porque nada en el pasado puede señalar convincentemente su posibilidad. El segundo, que tenga un impacto extremo. Y el tercero, que a pesar de lo inesperado de su ocurrencia, que la gente busque después razones que lo hagan explicable y predecible. En resumen: rareza, impacto extremo y retrospectiva previsibilidad” (eleconomista.es/, 08/01/2024). Lo que Taleb pretendía con su teoría del “cisne negro” no era “predecir eventos impredecibles, sino ayudar a la sociedad, y especialmente a las grandes empresas y los grandes bancos, a construir robustez para resistir ante los eventos que pudiesen sobrevenir en un futuro mediato (Idem), de modo que la intencionalidad original de su pensamiento era de tipo preventivo”. Tres ejemplos típicos de “cisnes negros” son la sorprendente caída del imperio soviético conocido con URSS (1990-1991), el ataque a las Torres Gemelas de la ciudad de Nueva York, Estados Unidos (septiembre de 2001) y la Gran Recesión del 2008.
¿Es posible imaginar “cisnes negros” para países como Honduras?
Aunque resulte ridículo pensar en términos tan locales, se me ocurren cuatro eventos de ese tipo que forzando un poco los atributos pertinentes, podrían calificarse como parte de esa metáfora tan llamativa, aun cuando en nuestro país más que “cisnes negros” se trataría de zopilotes y zanates azules y rojos.
En primer lugar, debo colocar la verdadera democratización de Libre, que abre las puertas a un juego político más equitativo, tolerante y transparente, dejando de estar bajo el dominio de una sola familia. En segundo lugar, debo situar la improbable rectificación del actual presidente del Congreso Nacional, quien arrepentido se reconcilia con Salvador Nasralla y logra retornar al PSH y darle una significativa orientación democrática a ese poder del Estado. En tercer lugar, imagino que JOH sale bien librado del juicio por narcotráfico en la Corte del Distrito Sur de Nueva York, retornando triunfalmente al país y logrando acuerdos con el partido gobernante para no ser enjuiciado por cualquier delito ni ser perseguido por el Ministerio Público del país. Y finalmente, me inclino por fantasear que las elecciones generales hondureñas del 2025, las gana arrolladoramente un personaje independiente tan carismático como Nayib Bukele de El Salvador y como Javier Milei de Argentina, enarbolando un programa de gobierno libertario, cuyo planteamiento central es la reivindicación de las ZEDE, la reducción del número de ministerios y de instituciones públicas a la tercera parte y la privatización de la ENEE y Hondutel.
Coincido con cualquier compatriota que opine que lo anterior es algo propio de esquizofrénicos, pero les recuerdo que precisamente los “cisnes negros” son para concebir lo socialmente inimaginable.