Tanto como llamarle fiesta a las elecciones es exagerado, en la medida que se acerca el proceso el ambiente se tensa y se tensará más, porque se juegan demasiados intereses, dinerales, vidas, libertades y cárceles.
En más de tres décadas cubriendo los procesos electorales, sumergiéndonos entre políticos y politiquería, hemos visto casi de todo, tranzas y traiciones, odios y aplausos, triunfos y fracasos; pero condicionado por el interés particular de un grupito de personas y de uno o dos países.
Esta vez se suman dos insistentes protagonistas, que también estaban en las elecciones anteriores, pero agazapados, cuidadosos, silenciosos: las organizaciones llamadas Consejo Nacional Anticorrupción (CNA) y la Asociación por una Sociedad más Justa (ASJ).
Durante los gobiernos inmediatos anteriores, protagonistas de una despiadada corrupción,
-como nunca en la historia- y una demostrada y condenada colusión con el crimen organizado, quisimos que estos organismos dijeran esta boca es mía, pero dónde estaban, no lo sabemos o tal vez sí.
Insisto en dos temas que reclamé hace tiempo de forma particular al CNA: por el saqueo en el Instituto Nacional de Formación Profesional (Infop) y del Banco de los Trabajadores; me miraron como quien mira a un gato y dejaron quizás solo el rastro de una sonrisa. Nunca pasó nada.
En la ASJ, antes de que se pasaran a ese formidable edificio -que podrían envidiar muchas otras organizaciones que llevan años bregando sin conseguir mayor cosa-, les rogué que dijeran más contra el gobierno y sus tropelías. Otro silencio.
Mírenlos ahora incombustibles, punzantes, metiéndose en todo, importándoles nada que los acusen de falsear datos, torcer la verdad y repetir infatigables los mismos argumentos que la oposición política y viceversa, como si fueran un conjunto, un todo.
En la antigüedad los ejércitos usaban un ariete para atacar a sus enemigos, un tronco con refuerzo de hierro o cobre en un extremo para agrietar a golpes las murallas, derrumbar las puertas; golpeaban una y otra vez persistentes, todos los días, a todas horas, para socavar las fortalezas.
Ojalá estas dos organizaciones hubieran tenido contra el gobierno anterior la diligencia y el empecinamiento que exhiben ahora, y que no pareciera que más bien blanqueaban sus acciones. Si así hubiera sido, seguramente no generarían dudas.
Para el CNA y la ASJ es como si con el gobierno anterior se terminó la historia, no hay nada que decir de la implacable corrupción y la reducción al narcoestado; sólo de vez en cuando rozan algún caso, por encima, para no sacar chispas, como hicieron siempre.
Es necesario que a los gobiernos se les ausculte, se vigilen, se cuestionen y que los corruptos terminen en tribunales, pero es clave que los vigilantes tengan una impronta imparcial y decente, no como arietes de grupos interesados, como un político más donde sobran los políticos.