El día que perdieron las elecciones también trajo para algunos nacionalistas la noche más oscura. Los invadió abrumador el desasosiego, el pánico; se vieron ansiosamente indefensos, vulnerables, nerviosos hasta la pesadilla. Hablo -desde luego- de los cachurecos que robaron impúdicos e hicieron trizas las finanzas del Estado.
Es cierto que no todos los miembros del Partido Nacional son corruptos o narcos -ni siquiera la mayoría- y con algunos de ellos coincido algunas veces y hablamos de estas cosas; no falta quien ha sentido un poquito de vergüenza al declararse cachureco por culpa de esos pocos malos.
El análisis primario, y tal vez con algo de filosofía empirista, es que quienes siguen controlando el partido son los mismos abyectos funcionarios de la administración anterior y sus cómplices que buscan desesperados negociar impunidad, salvarse de la cárcel, la confiscación de bienes o la extradición.
La estrategia es mantener el caos y destrozar la credibilidad del gobierno para conseguir un poco de poder. La única tropa que les quedó está en el Congreso Nacional y desde allí sus impetuosos y desesperados diputados trataron infructuosos de imponerse en la Corte Suprema de Justicia y ahora se matan por controlar la Fiscalía General.
Cuando algunos ya pensaban en la huida, en seguir a otros exfuncionarios que escaparon presurosos con envidiables cuentas bancarias, a los nacionalistas corruptos les surgieron unos insospechados aliados -antes enemigos, ahora mejores amigos- que les han venido a salvar los muebles.
Resentidos miembros del PSH que soñaban mandar en el gobierno, y los ya reconocidos conservadores recalcitrantes liberales juntaron su enojo con la ambición desmedida de poder de un par de sus líderes, para aliarse con sus exenemigos en la organización BOC.
Los que saben de física le llaman fuerza de cohesión a esa propiedad de algunos elementos de mantenerse siempre unidos, como pasa con el mercurio, ese metal líquido que aunque se separe siempre se esfuerza para hacerse una sola bolita.
También pasa con algunas personitas, que solas se perciben nada y ruedan para juntarse y hacer una gota más gorda y sentirse fuertes, como ocurrió con la organización BOC, que ya es una masa de mercurio más robusta. Al principio pareció que las bolitas fueran enemigas, pero ya se vio que son la misma cosa, se fundieron en lo que son, un mismo elemento.
Lo malo es que el mercurio es tóxico, dañino para las personas, ya lo han prohibido hasta en los termómetros domésticos. Lo bueno es que al juntarse en una sola bola metálica y líquida es fácil identificarla, y ya no anda suelta por ahí cada bolita intoxicándolo todo.
La solución del caos es fácil: dejar que estos pocos nacionalistas controlen la Fiscalía y el Congreso Nacional -como controlan la organización BOC-, que ya no sean culpables de nada y volvamos a ser la Dinamarca que ellos dicen que éramos antes de este gobierno.