No sé quién en el pasado habrá pensado que estar en armonía con la madre naturaleza era cobijar a los animales domésticos dentro de la casa, que los cerdos, gallinas, perros sarnosos y pulgosos se pasearan dentro de la cocina en el momento que se ingieren los alimentos o se cocinan o que la defecación al aire libre contribuía a obtener mejores cosechas.
No sé tampoco si los que llegaron a conquistar estas tierras tenían estas costumbres inveteradas, ya que a través de los siglos el pueblo hondureño ha seguido este patrón de conducta que nos deja atónitos, el ensuciar la madre naturaleza inmisericordemente.
El extinto alcalde de Tegucigalpa, el Dr. César Castellanos, había lanzado un plan de cambiar el casete a los capitalinos, procurar no ensuciar la ciudad, el condicionamiento mental iba viento en popa, más el Hado tenía otros planes y lo arrebató, el plan se vino a pique.
Observamos que año a año los mercados de la ciudad de Comayagüela se inundan porque la abundancia de basura en las alcantarillas de aguas pluviales es tal que estas colapsan, y el agua inunda las calles y avenidas, llevando caos donde sus corrientes furiosas y contaminadas con detritos humanos se entremezclan dándonos la pócima estercolada, ¡salud!
Es tremenda esta situación, en las calles encontramos esquinas convertidas en letrinas públicas llenando de olores fétidos el ambiente.
En los barrios y colonias es igual, las zanjas de agua lluvia inundadas de basura, sus aceras llenas de excremento de perros.
Hay que sortear para que una mina antipersonal no le estalle en el pie y digamos maldiciones, por la tarde que regresas a tu hogar ya no hay excremento porque toda fue repartida para los hogares, oficinas, escuelas, hospitales, autobuses, en fin, a todos nos toca nuestra porción.
Se arroja basura de vehículos lujosos, si vamos comiendo y tenemos envoltorios, cáscaras, todas estas cosas son arrojadas al piso, ensuciando la ciudad, la colonia, el hogar. Destruimos el ambiente.
Andando de gira por La Mosquitia, un compañero -después de haber comido y bebido la merienda que llevaba en el cayuco- sin ton ni son tiró la basura al río Patuca y le pregunté por qué hacía eso, contestando: “Mira, esto cae al río, el río lo revuelve en su corriente, y luego lo lleva al mar donde desaparecerá por siempre”.
Le dije que tenía un pensamiento absurdo, que debería vivir en armonía con la naturaleza y que el lugar era bello para contaminarlo de esa forma, y, solo me dijo: “Después de todo me voy a morir y esto seguirá así”.
Con estas actitudes pesimistas, sin importar lo que pasará a futuro, destruimos este.
Hoy nos abate una terrible enfermedad que está barriendo con nosotros, caemos como moscas y vemos el terror que provoca un mísero mosquito que se propaga como peste llevando la muerte en sus alas.
Vemos los ríos llenos de envases plásticos que van a dar al mar donde actualmente se construye una isla inmensa de estos, se llama la isla plástica, nos horroriza que la bahía de Omoa esté llena de basura que proviene de Guatemala a través del río Motagua, nos lamentamos de ver los contenedores de basura repletos de basura y mucha de esta desperdigada en la calle, donde los vectores de enfermedades nacen por millares llevando sus miserias en sus patas contaminado las viviendas y alimentos de los seres humanos.
El vector de esta terrible enfermedad es el mosquito Aedes aegypti que además de trasmitir el dengue, es portador de enfermedades como zika, chikungunya, fiebre amarilla y el virus mayaro.
Un solo vector es capaz de derrotarnos porque nosotros le damos las armas para que nos combata sin mucha dificultad.
Cuando arrojamos envases plásticos estos serán reservorios de agua de lluvia y criadero de este mosquito, en el ambiente hay millones de depósitos para hacer criaderos y por ello tenemos esta enfermedad aún en las comunidades más apartadas de las grandes ciudades.
Es simple la solución para destruir esta transmisión vectorial: limpie su pila con la famosa “untadita”, permita que los trabajadores de salud entren a su hogar para que fumiguen, poner el BTI en las aguas de la pila, botar recipientes que acumulan agua y con estas sencillas operaciones usted estará libre de mosquitos en su hogar si esto se transmite en barrios y colonias y tendremos una ciudad libre de enfermedades.
Cosechamos lo que sembramos, si sembramos recipientes que acumulan agua obtendremos enfermedades y, todavía peor, la muerte. ¡Dios nos agarre arrepentidos!