Antaño, el más elevado escalón de formación local en la profesión del Derecho era el título de abogado y el exequatur de notario otorgado después de un exhaustivo, exigente y muy temido examen de la Corte Suprema de Justicia que obligaba al estudio de la ley y de los procesos judiciales, sin embargo, el estudio de la ciencia jurídica como tal, el análisis de la doctrina general como reflexión teórica, y en particular, de la jurisprudencia, no eran objeto de un profundo estudio, y esto debido a que en las aulas universitarias nos enseñaron que la doctrina per se no era vinculante, con excepción de la doctrina legal como fuente del derecho indirecta y complementaria, que nace del tribunal supremo al interpretar la ley, la costumbre y los principios generales del derecho a partir de tres sentencias conformes, en casos similares.
La formación de magíster y doctorado es concomitante con la cientificidad, constituye el estudio del porqué y el cómo, es ciencia pura, ya no más repeticiones literales de la norma; la búsqueda de su sentido, su esencia y su alcance, es elemental.
Han pasado más de 200 años de constitucionalismo moderno –dice Horst Dippel en su artículo “Constitucionalismo moderno. Introducción a una historia que necesita ser escrita” (y) tenemos que admitir que nuestro conocimiento de su historia es casi inexistente. Aquel moderno constitucionalismo que apareció al final del siglo XVIII parece estar más allá de cualquier disputa… Sus principios –comenta Dippel– nacen con la revolución americana, pero más propiamente con la francesa, y los principales principios fueron los derechos humanos, la separación de los poderes, el gobierno representativo, la limitación del poder gubernamental, la responsabilidad política y la independencia judicial… lo que tuvo su origen en la pregunta de cómo la libertad individual podría asegurarse permanentemente contra las intervenciones del gobierno, considerando las debilidades de la naturaleza humana. Hoy la pregunta sigue vigente, ante un régimen autocrático, en el que la Constitución ha sido mal interpretada, mal aplicada y mal inaplicada, producto de intereses que prevalecen sobre la Carta Magna, lo que ha tenido un efecto negativo en la consolidación del Estado de Derecho y en el respeto a los derechos humanos.
35 especialistas en Derecho Constitucional vienen a ser un componente humano necesario en medio de un clima de inestabilidad institucional. Hoy más que nunca necesitamos doctos en la materia, el empirismo con el que se ha abordado la Constitución es el causante de muchos entuertos que ha culminado en esto lares con la máxima expresión de la barbarie “La Constitución puede ser violada cuantas veces sea necesario” o “La Constitución es pura babosada”.