La biodiversidad y riqueza natural de Honduras son reconocidas en el mundo, es inaceptable que pase uno y otro gobierno y la terrible vulnerabilidad ambiental en vez de ser atendida, por desidia, se agudice. Nuestros bosques exuberantes, reservas naturales y costas, padecen la degradación ambiental por el abuso constante e incitado por la indiferencia gubernamental y a veces por contubernio con el mismo.
El patrimonio natural como el bienestar general están bajo amenaza permanente. No se entiende que todos los gobiernos carezcan de la visión indispensable para tomar medidas que protejan el medio ambiente y, con ello, la calidad de vida de las presentes y futuras generaciones. Otra vez estamos amenazados y llenos de temor, como antes por el Fifí, el Mitch, Eta y Iota, ahora por Sara. Pasará, se realizarán algunas acciones, más de marketing gubernamental que de solución real a los damnificados. Y sobre todo dirigidas a prevenir futuros desastres naturales. ¿Por qué son en la naturaleza? Solo por eso, porque son antinaturales, provocados por el ser humano, en su egoísmo y voracidad. Sin sentido de urgencia, solo el que sirva para ese marketing y con una insensibilidad lacerante, la que vuelve sin prisa lo que amerita, sino la sensibilidad que les es ajena, al menos algo de responsabilidad. ¿Por qué son servidores públicos? Sí, por eso, es su deber. Qué angustia por lo que pueda suceder a compatriotas en el litoral atlántico. El impacto de los fenómenos mal llamados naturales podría ser menor, y hasta neutralizarse, si existieran medidas efectivas de protección al medio ambiente. Pero al contrario, es exacerbado.
Gran desafío representa para Honduras la galopante deforestación. No es posible que el pueblo ofrende vidas en protección del medio ambiente y que el gobierno sea tan negligente en protegerlo. Sí, hay falta de educación en temas ambientales, pero es urgente que comunidades, empresa privada, sociedad civil y gobiernos se integren en la protección al medio ambiente.