En Honduras existe un gran descontento social, provocado desde las mismas entrañas de los políticos y funcionarios corruptos, quienes han sido puentes para dar paso a la utilización del dinero del narcotráfico en los partidos políticos, en los poderes del Estado, las Fuerzas Armadas y policiales de los distintos gobiernos de la era democrática.
En el gobierno anterior de Juan Orlando Hernández, las fuerzas de seguridad y defensa, en lugar de encargarse de combatir el crimen, protegían los cargamentos de droga dirigida a EE. UU. En el Congreso Nacional, en lugar de elaborar y aprobar leyes honestas y para beneficio del pueblo, las aprobaron para proteger a los ejecutivos de la corrupción.
Fue en este contexto que, según la Fiscalía de New York, Hernández empezó a participar alrededor de 2004 en una conspiración corrupta y violenta de tráfico de drogas, con la que obtuvo millones de dólares para ascender y mantenerse a la cima del poder hondureño. JOH abusó de su posición como presidente de Honduras para operar el país como un narcoestado. En ese proceso corrompió las instituciones legítimas de Honduras, incluidas partes de la Policía Nacional, las Fuerzas Armadas, el Legislativo y el Judicial.
Incuestionable, el dinero del negocio de las drogas ha circulado con suprema facilidad entre las esferas políticas, comprando voluntades, infiltrando instituciones, corrompiendo candidatos y, finalmente, construyendo una red de influencias y cuotas de poder en todo el entramado del Estado.
El dinero sucio, como el de la corrupción gubernamental, han ido a parar a cuentas personales o institucionales de políticos y de partidos que así han podido financiar sus millonarias campañas electorales.
La coalición entre narcotraficantes y funcionarios y políticos corruptos, militares y policías está el fundamento de la llamada narcopolítica y esta produce los narcodiputados, narcoalcaldes, narcoregidores y narcopresidentes.
En Honduras lamentablemente los políticos aceptan dinero del narcotráfico y luego desmienten diciendo que nunca aceptaron tal dinero, por lo que, han surgido videos para que la evidencia sea indiscutible.
Pues, con el surgimiento del narcovideo donde aparecen Carlos Zelaya Rosales, juntamente con narcotraficantes, una reunión de colecta de fondos para la campaña presidencial de Xiomara Castro en 2013, mencionando a Manuel ‘‘Mel’’ Zelaya Rosales expresidente de Honduras, coordinador de Libre, administrador de esos fondos colectados y de otros, nuevamente, el pueblo hondureño vuelve a ser testigo de otra noticia vergonzoso. La democracia en Honduras está enferma, la envenenaron los políticos y funcionarios corruptos utilizando el veneno de la corrupción y el narcotráfico.
Ahora, el único antídoto para esta democracia envenenada, es el voto, y el elector debe enfrentar esta realidad de ‘‘votar contra la corrupción no importa el partido’’ se percibe, que el pleito electoral será entre los que están a favor de la corrupción versus los que están en contra de la corrupción. Queda planteado.