Esta semana son las elecciones de los Estados Unidos, aunque sabemos que más de 42 millones de estadounidenses ya votaron de manera anticipada (voto presencial o electrónico), justo el martes, 5 de noviembre, es el día crucial de este proceso electoral. Si bien, aunque tengamos alguna afinidad con alguno de los candidatos, debemos tener claro que este es un proceso soberano y democrático del pueblo estadounidense.
De lo que sí nos compete hablar es sobre las repercusiones que existen de esto, porque como sabemos, un pequeño movimiento que se dé en la nación norteamericana, en Honduras, repercute como un enorme estruendo.
Y es que también sabemos que nuestra economía, y decenas de miles de familias, dependen de las remesas que nuestros compatriotas envían para ayudar a sus familiares, personas que lamentablemente no tienen las condiciones suficientes para autosostenerse y tiene que ser algún migrante hondureño que ayude con los gastos básicos del hogar.
Para el que trabaja en Estados Unidos le es indiferente quien gobierne, ya sean republicanos o demócratas, pues a ellos lo que queda es trabajar para sostenerse allá y también sostener a los suyos por acá.
Lo que sí debemos vigilar es qué partido lleva las mejores políticas y opciones para los migrantes, cuál tiene mejores opciones para el fortalecimiento de la economía estadounidense (por ende, la nuestra). Es importante que nuestros paisanos y compatriotas se encuentren estables económicamente para que sus familias, por acá, también lo estén.
Sin embargo, debo decir que, como nación, no hemos enviado el mensaje correcto hacia los Estados Unidos, máxime por las últimas decisiones que Honduras ha tomado, en primer lugar, la forma despectiva y mediocre de algunos de nuestros actuales funcionarios al referirse a la embajadora de Estados Unidos en Honduras, y la decisión de haber eliminado la extradición, que envía un mensaje incorrecto, que en lugar de fortalecer el combate al crimen organizado, lo debilita.
Estoy claro que somos una nación con mucha dignidad, un país, que tiene su autonomía y soberanía y que estamos en la capacidad de tomar decisiones independientes a favor de Honduras, tristemente decisiones como la extradición no son decisiones soberanas, son decisiones familiares. Indistintamente del resultado del 5 de noviembre, los hondureños estamos en la obligación de analizar el comportamiento de nuestros políticos y sus propuestas para garantizar llevar a Honduras a un mejor sendero que prometa mayor estabilidad.
