En el debate internacional, la necesidad de invertir en la formación docente es un tema que cada vez adquiere menor discusión. Las claras ventajas comparativas entre quienes invierten bien y quienes no son más que claras.
Es más, hay cierto consenso de que el futuro de las reformas educativas pasa en gran parte por el futuro de las reformas en la formación de los docentes.
El financiamiento de las reformas educativas es, sin duda, la principal preocupación de los responsables de la toma de decisiones. Las grandes expectativas planteadas en diversas leyes educativas versus la escasez de recursos se convierten en una gran contradicción que impide que lo que se propone en las leyes se haga efectivo en la práctica. Por ello, las reformas deben ser prudentes y deben ser dosificadas.
Si los que aprobaron la Ley Fundamental de Educación no tenían claro de dónde saldrían los recursos financieros para implementarla, mejor no la hubieran aprobado. Hay que recordar que en el campo de la política pública no se debe planificar el fracaso.
En América Latina, la historia reciente nos ha mostrado que no basta con formular nuevas leyes educativas que expresan deseos de mejoramiento.
Generalmente esos deseos no se cumplen. Las lecciones aprendidas nos muestran que no hay reforma sin la claridad concreta de dónde se van a adquirir esos recursos económicos que permitirán concretizar esa reforma. Dicho en otras palabras, la Ley Fundamental de Educación no es una reforma educativa.
Es el marco jurídico que le da vida a una posible reforma. En el centro de esta reforma está la reforma de la formación de los docentes.
Resulta que en el centro de la reforma de la formación docente está la Universidad Pedagógica Nacional Francisco Morazán. Sin embargo, a varios meses de la reconfiguración de la nueva formación docente, hoy se puede afirmar que no se cuenta con los recursos suficientes para refundar esa formación de los nuevos docentes.
La UPNFM puede actuar de manera protagónica, si tiene el apoyo de la clase política, sobre todo del Poder Ejecutivo y Legislativo.
De lo contrario, no solo se puede convertir en un fracaso, si no en una desesperanza para la sociedad hondureña. Sería el primer fracaso significativo de la Ley Fundamental de Educación.
Si la UPNFM es la esperanza para que esta reforma camine, también se puede convertir en la responsable para que esta reforma fracase. Todo depende de la capacidad de gestión que tengan sus nuevas autoridades para gestionar los recursos financieros necesarios para su funcionamiento.
Vale decir, si no hay financiamiento, lo que habrá será una buena intención y una poca capacidad instalada para desarrollar esta nueva formación docente.
Sin darse cuenta, la UPNFM y sus autoridades se han convertido en uno de los motores de la reforma educativa nacional. Todo este nuevo papel de la UPNFM coincidió con un nuevo equipo directivo. Pensar en refundar la Universidad Pedagógica Nacional Francisco Morazán se convierte en un gran desafío.
En este contexto, considero tres aspectos que el rector de la UPNFM debe tomar en cuenta para enfrentar estos nuevos desafíos:
En primer lugar, el rector debe reconocer que debemos aceptar que uno de los grandes problemas que asisten a las políticas de formación docente contemporáneas tienen que ver, por un lado, con que forman parte fundamental del discurso de los políticos y, por otra parte, que estos políticos generalmente no pueden llevar a la práctica tales políticas.
El rector Hermes Alduvín Díaz debe convencer a los políticos que no puede haber reforma si no se reforma la formación docente y, sobre todo, que no puede reformarse la formación docente si no se tiene el financiamiento necesario.
En segundo lugar, con la reforma educativa se debe tener claro que la normativa aprobada es la condición necesaria, pero no suficiente. Las leyes no son la reforma, pero sin ellas la reforma educativa no se llevará a cabo.
Por ello, este artículo tiene el propósito de llamar la atención a las personas que toman decisiones para que formulen mecanismos suficientes para financiar la formación docente en Honduras. Repito, no puede haber reforma de la formación docente sin el financiamiento necesario para impulsar esta nueva formación.
Por último, el rector sabe que, en la sociedad actual, ya no solo basta con que los docentes tengan una formación universitaria, sino que también tengan acceso a ciertos códigos culturales que son parte de la sociedad del conocimiento y que generalmente la universidad no puede brindarlos.
Por ello, la formación inicial y permanente de los docentes son parte de los temas centrales y de los nuevos desafíos que se le presentan a la UPNFM.
Estas nuevas autoridades se presentan como una alternativa política para la promoción de cambios. Por primera vez, la UPNFM tiene un rector que tiene un doctorado en Educación. Sin embargo, él debe poseer los necesarios argumentos para gestionar y demostrar que la UPNFM es la alternativa pedagógica para generar ese cambio.
De lo contrario, quedaremos siempre reuniéndonos con los ministros de turno para negociar el presupuesto. La experiencia latinoamericana nos ha mostrado que no hay reforma sin docentes y, yo agregaría, no hay reforma docente sin financiamiento.
Nuestros políticos pueden pasar a la historia como unos mentirosos por aprobar una ley sin financiamiento. A la inversa, los políticos pueden mostrar que la Ley Fundamental de Educación puede ser el motor que permita que Honduras comience a transformar su sistema educativo de manera integral.
En el campo de la política educativa, se trata de convertir lo deseable en posible. Ese es el desafío.