Columnistas

¡Fraude electoral!

En Venezuela, el domingo 28 de julio de 2024, día de las elecciones presidenciales participaron 10 candidatos, entre ellos los dos principales, el dictador Nicolás Maduro Moros del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) y Edmundo González Urrutia de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD).

Durante el proceso y escrutinio no finalizado, quedaron evidencias en las actas de votación de la Mesa de la Unidad Democrática que el pueblo venezolano acudió masivamente a los centros de votación para derrocar la tiranía, votando a favor de Edmundo González Urrutia, quien obtuvo 6,275,130 votos (el 73.2 %) y Nicolás Maduro Moros 2,759,256 (el 25.0 %).

Por su parte, el Consejo Nacional Electoral (CNE), sin presentar prueba alguna, justificando fallos en la seguridad de los programas del proceso electoral, declaró ganador a Nicolás Maduro Moros. Un claro golpe de Estado al pueblo venezolano.

Como respuesta a este fraude electoral, el pueblo venezolano salió a las calles para protestar exigiendo justicia, respeto a la voluntad del pueblo y defensa del sistema democrático.

Frente a esta crisis política y social, la comunidad internacional exige transparentar el proceso contando voto por voto de cada acta para superar la crisis del fraude electoral y la violencia.

Estos fraudes electorales son hechos repetitivos del dictador Maduro, fraudes convertidos en crímenes de lesa humanidad, vulneración sistemática y generalizada de los derechos humanos de la población civil; para terminar con este juego del dictador se necesita más que la diplomacia.

En Honduras, su historia electoral cuenta muchísimos casos de fraude electoral que la clase política de los partidos Liberal y Nacional realizaron, recientemente, en las elecciones generales del 2005 el candidato presidencial Manuel Zelaya Rosales (“Mel”) del partido liberal ganó las elecciones y la presidencia mediante el fraude y en el 2017 Juan Orlando Hernández (JOH) del Partido Nacional ganó las elecciones y la presidencia siempre mediante el fraude.

En el caso de “Mel” Zelaya, con altivez, confesó con su propia boca que había ganado la presidencia haciendo fraude.

Estos fraudes son un absurdo, llega cuando el pueblo espera con esperanzas por el cambio hacia la moralidad y ética, pero no, se empeñan en que la corrupción pisotee la dignidad y los derechos esenciales del ser humano tirando tales valores a la basura.

Es oportuno, que la comunidad internacional brinde a Honduras mecanismos de seguridad electoral para fortalecer la democracia y evitar el fraude electoral, ya vividos en Honduras, Venezuela, Brasil y otras naciones. Mientras en Honduras exista la corrupción, pactos de impunidad y alianzas de políticos marcados por la corrupción, el fraude electoral será latente y permanente.

Finalmente, Dios, El Señor, hace nulo el consejo de las naciones, y frustra las maquinaciones de los pueblos. Además, el rey no se salva por la multitud del ejército, ni escapa el valiente por su mucha fuerza. Queda planteado.