Las bajas temperaturas prevalecientes, acompañadas de viento y lluvia, motivan a permanecer en nuestros hogares, acompañando a nuestros seres queridos. Somos minorías privilegiadas al contar con abrigo, sustento, techo un día sí y el siguiente también; tales comodidades básicas tienden hacernos olvidar que las grandes mayorías de Honduras y el resto del planeta subsisten precariamente marginadas de tales beneficios derivados del desarrollo humano sostenible y del crecimiento económico.
Y es particularmente la niñez la que sufre tales condiciones de abandono, desprotección, explotación.
La directora ejecutiva de UNICEF, la agencia de las Naciones Unidas dedicada a la infancia, Catherine Russell, recién declaro: “Calculamos que, a lo largo de 2025, una alarmante cifra de 213 millones de niños y niñas de 146 países necesitarán ayuda humanitaria” en salud, nutrición, educación, agua potable, apoyo psicosocial, prevención de violencia.
“Imagínense lo que podemos lograr para la infancia si trabajamos juntos en el marco de una acción humanitaria sustentada en principios que nos permitan crear un mundo en el que se respeten y se defiendan los derechos de todos los niños y niñas, donde todos ellos puedan desarrollarse y prosperar. En definitiva, un mundo apropiado para toda la infancia”.
Más y más niños, niñas, adolescentes no acompañados, separados de sus familiares, migran crecientemente a otras naciones, sea para reencontrarse con parientes, escapando de la violencia, desastres naturales, reclutamiento forzado para integrar bandas armadas dedicadas al sicariato y la extorsión.
En América Latina y el Caribe uno de cada cuatro migrantes es menor de edad, a ello debe agregarse los desplazamientos internos de una región a otra al interior de un país, en todo caso expuestos(as) a diversos tipos de agresiones y abusos, incluyendo el sexual.
Para el 2025 se estima que unos 16 millones de niños y niñas latinoamericanos y caribeños necesitarán de ayuda humanitaria.
¿Qué hacer? Contribuir con voluntariado o con aporte económico a UNICEF, con la oficina local ubicada en la colonia San Carlos, Tegucigalpa.
Hagamos nuestro el recordatorio de Julio Escoto: “La solidaridad es siempre positiva y constructiva. Si la ponemos en ejercicio es para ayudar a otros, para que personas o grandes masas crezcan y perfeccionen. El más puro acto de solidaridad es cuando mostramos respeto por la condición humana”. (“¿Para qué la solidaridad?”. EL HERALDO, 9 de diciembre de 2024, p.15).
