Columnistas

Hacia una revolución educativa

La educación en Honduras ha estado disminuida a la administración sectaria de plazas laborales en las direcciones departamentales.

El sectarismo político y la manipulación de los concursos, en todos los niveles educativos, no ha permitido que los funcionarios incursionen significativamente en el campo académico. Los altos funcionarios de la Secretaría de Educación (SE) son cuadros partidarios, con limitada visión de transformación en el sistema educativo.

Los funcionarios intermedios en la SE y direcciones departamentales, que podrían haber impulsado acciones pedagógicas o curriculares impactantes, han sido casi siempre marginados. Su labor se ha reducido al manejo de estadísticas y al desarrollo de algunas capacitaciones que no forman parte de un programa pedagógico de impacto a largo plazo. Los grandes discursos para mejorar la educación en Honduras no se han pragmatizado en el aula. Los alumnos, los docentes y los padres de familia han sido los grandes marginados del sistema educativo.

Las ideas expresadas por los expertos no han sido valoradas.

Los docentes son, en su mayoría, quienes por iniciativa y cuenta propia han intentado procesos pedagógicos innovadores en el aula. Puede afirmarse que son los profesores y profesoras junto con los padres y madres de familia los que han sostenido el nivel de calidad que tiene la educación hondureña. Las autoridades educativas, escogidas por su militancia partidaria y no por su conocimiento pedagógico o vocación académica, se han dedicado a administrar el mercado laboral en educación y no lograron acciones transformadoras a nivel pedagógico curricular.

En los últimos 12 años, el maltrato laboral y la represión a los docentes fue también una constante, fueron centenares de profesores suspendidos y decenas de despedidos en este periodo.

Una de las acciones más urgentes en el sistema educativo es redefinir los roles de los funcionarios y priorizar en los requisitos para su selección la vocación académica pedagógica que permita una visión profesional de la administración de la educación. Es urgente que el nuevo gobierno, en diálogo amplio con los docentes, ratifique el reglamento del estatuto del docente, para respetar los derechos del magisterio, igualmente deben anularse las disposiciones orientadas a reprimir a los educadores en la ley general de educación y sus reglamentos, los que deben ser reformados con una visión académica.

Para dignificar el ingreso a la carrera docente hay que posicionar una instancia para administrar el empleo docente, que permita hacer esa acción transparentemente respetando los concursos. Esta es una actividad estrictamente operativa que no debe perder a las autoridades superiores de educación del gran objetivo de propiciar una revolución educativa, que pueda verse reflejada en el aula, en la formación de los alumnos y en las condiciones laborales dignas para los docentes y estudiantes.

Las ideas expresadas por la presidenta electa doña Xiomara Castro sobre el tema educativo son esperanzadoras y seguramente la buena relación con las organizaciones magisteriales y los docentes de Honduras, que en su mayoría la han acompañado desde las acciones de resistencia contra el golpe de Estado hasta la campaña proselitista para convertirla en presidenta, permitirán impulsar, con éxito, esa revolución educativa que tanto hemos soñado los hondureños.