“Hoy con mucha pena les tengo que decir que el clima de desconfianza y descalificación mutua ha impedido que instalemos el diálogo político”. Era el 14 de agosto de 2018. Igor Garafulic, coordinador residente del Sistema de Naciones Unidas en el país, confirmaba a la prensa y opinión pública que el recelo entre los actores políticos participantes de la iniciativa de encuentro promovida por el organismo había sido “más fuerte que la voluntad de avanzar hacia un diálogo”.
“Nos da mucha tristeza por el pueblo de Honduras, que no se merece lo que hoy ha sucedido”, agregaba. Solo habían transcurrido seis meses desde su llegada en febrero, suficientes para evidenciar la polarización y descrédito mutuo en nuestra sociedad. Economista, académico y político chileno, Garafulic conocía bien los peores efectos de los desencuentros nacionales pues era hijo de exiliados y salió de su propio país como consecuencia del golpe de estado del 11 de septiembre de 1973. Retornó a Chile en plena adolescencia para vivir los últimos años de la dictadura militar, forjando luego su comprensión del ir y venir del accionar político como dirigente estudiantil universitario. Formación de alto nivel le preparó para su experiencia como servidor público y le condujo a la cooperación internacional. No había improvisación en su nombramiento por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) para venir a Honduras: el país estaba sumido en la resaca de una dolorosa crisis electoral.
El tono de reclamo de aquel 14 de agosto fue recibido por una estoica prensa que esperaba buenas noticias desde hacía varios meses. El llamado de atención surtió efecto y el 28 de agosto los acicateados participantes de los encuentros de diálogo suscribieron el “Compromiso por Honduras: reconciliación para transformar”, que acordó cuatro mesas técnicas (1. Hechos del proceso electoral de 2017 y reelección presidencial; 2. Derechos humanos; 3. Reformas constitucionales-fortalecimiento del Estado de derecho; 4. Reformas electorales). El proceso concluyó el 10 de diciembre de 2018 con 166 notables y trabajosos consensos.
Thomas Carlyle, pensador y ensayista escocés, creía que los hechos de individuos excepcionales eran el soporte de los avances de la humanidad. “Si se siembra la semilla con fe y se cuida con perseverancia, sólo será cuestión de tiempo recoger sus frutos”, afirmó. La faena esperanzada de aquel diálogo no es de cosecha inmediata y limitada. Se requiere de individuos excepcionales, cuidado y constancia para recoger los beneficios de esos consensos.
Igor Garafulic parte contento a un nuevo destino. Ha conocido personas excepcionales que persisten en hacer realidad ese compromiso de transformar Honduras. No hay mejor premio a su perseverancia.