Columnistas

Julio: mes de la identidad

Tal concepto ha sido utilizado por intelectuales y artistas de diversas naciones para tratar de caracterizar aquellos rasgos y elementos específicos que hacen a una comunidad que puebla un mismo territorio, con un pretérito común, que permiten definir un conjunto de rasgos distintivos sui generis.

Así, en las décadas de los años cincuenta y sesenta del siglo pasado, los célebres mexicanos Samuel Ramos, Octavio Paz y Agustín Basave Fernández abordaron este tema.

En Honduras, Ramón Rosa, Paulino Valladares, Rafael Heliodoro Valle, Ramón Oquelí, Leticia Silva de Oyuela, Rodolfo Pastor Fasquelle, Julio Escoto, Rolando Sierra, Marcos Carías, Salvador Suazo, Pompeyo del Valle, Roberto Castillo, Marvin Barahona, Ramón Romero, Héctor Leyva, entre otros, han analizado y difundido sus investigaciones al respecto.

Rosa en sus discursos y escritos, Valladares en sus editoriales periodísticos, concluyendo pesimistamente en 1926: “Honduras desaparecerá como nación”.

La gran dama de la historiografía hondureña ha encontrado en la religiosidad popular un rasgo definitorio de nuestra identidad colectiva.Castillo investiga en su novela “La guerra mortal de los sentidos” la búsqueda de la identidad lingüística lenca.

Del Valle lo ubica en lo culinario, sus olores y sabores, definiendo al hondureño como un “hombre mítico”.Escoto escribió al respecto: “...

Necesitamos saber concretamente de dónde venimos, si hay rastros atávicos en nuestra predisposición al bien o al mal, si en algún momento hemos perdido el rumbo o si lo hemos recuperado...

Copán se constituye en el magma mismo de la identidad, llave del arco, soporte de la edificación de ese algo que aún nadie puede definir, que está en construcción y que es la hondureña...”. Los mayas: presencia histórica y nacional identidad. Tegucigalpa, PNUD, 2003, págs. 11, 13).

Pastor Fasquelle afirma: “Nunca hemos tenido una identidad fuerte, tendremos que cambiar algo para desarrollarla. Y es importante hacerlo porque muchos problemas sociales radican en esa falta de identidad y solo podremos desarrollarla como padres cuando tenemos una identidad y un sentido claro de lo que somos... En la medida en que la identidad nacional requiere (al igual que la personal) una comprensión del pasado, una clara ubicación en el presente y un proyecto de futuro, la falta de la historia ajustada a los hechos es una de las carencias de la identidad nacional, sin cuyo remedio la patria podría caminar hacia un consenso o incluso sobrevivir”. (’Quién engendró a la Patria’. Paraninfo, núms. 20-21, enero 2002, pp. 299, 320).

Ya Francisco Morazán abordó la identidad regional istmeña cuando se refirió a la República Federal de Centroamérica como “esta patria vacilante e incierta”. Asimismo, su coetáneo, José Cecilio del Valle, escribió en múltiples ensayos sobre la “Nación Goathemalana” (la Patria Grande) y Honduras, a la que nunca olvida a pesar de que nunca volvió a ella desde que su familia se mudó de Choluteca a la sede de la Capitanía General.