El aprendizaje es la razón de ser de los grandes y costosos sistemas educativos nacionales. Si los alumnos asisten, pero no aprenden, todos los amplios, complejos y costosos procesos escolarizados pierden su sentido. “Cada día 1,500 millones de niños y jóvenes en todo el mundo acuden a edificios que se llaman escuelas o colegios. Y allí pasan largas horas en salones donde algunos adultos tratan de enseñarles a leer, escribir, matemáticas, ciencias y más. Esto cuesta el 5% de todo lo que produce la economía mundial en un año”. (Naim, 2018: 1).
El aprendizaje debe ser el eje alrededor del cual se organice la dinámica de los sistemas educativos, y para saber qué y cuánto han aprendido los estudiantes se requiere evaluar. Para saber cuánto y en cuáles temas están aprendiendo los estudiantes de un país o región no son suficientes las diferentes pruebas que aplican los docentes de cada aula, se requiere evaluación estandarizada. La evaluación estandarizada se constituye entonces en un elemento central para el buen funcionamiento de los sistemas educativos, pues tiene la particularidad de que contiene ítems iguales o equivalentes para todos los alumnos que responden a una aplicación temporal dada en un espacio definido (municipio, departamento, país o región), siendo sus aplicaciones posteriores (usualmente otros años), de dificultad comparable.
Es por esta razón que el desarrollo de sistemas nacionales de evaluación estandarizada para conocer los resultados de aprendizaje se ha venido difundiendo en los últimos treinta años en prácticamente todas los países y regiones del planeta. Al mismo tiempo, ha aumentado la participación de los países en las evaluaciones internacionales estandarizadas tales como el PISA, PIRLS, TIMSS, TERCE, etc. Cuando los expertos indican que un sistema educativo de un país es exitoso, se refieren a que sus estudiantes evidencian altos niveles de aprendizaje en las evaluaciones estandarizadas internacionales.
En Honduras, contando con el apoyo técnico y financiero de la cooperación internacional, durante la última década se ha venido aplicando evaluación estandarizada de los aprendizajes en la educación básica. El informe anual de desempeño académico ha venido presentando un análisis pormenorizado por espacio curricular, español y matemáticas; por grado, de primero a noveno; por bloque de contenido y componente curricular para cada grado evaluado, por área urbana o rural, por género, por grupos de edad, por tipo de centro educativo, y también en una perspectiva longitudinal, analizando la evolución de los resultados en los últimos años Esta información permite saber en cuáles temáticas específicas alcanzan los más altos y los más bajos resultados de aprendizaje los estudiantes. A partir de estos datos se pueden tomar las medidas correctivas correspondientes tanto en términos de trabajo de aula, capacitación de docentes, materiales educativos, supervisión, planificación, etc.
Sin embargo, esta valiosa información por sí misma no genera mejoras en los sistemas educativos. Es una condición necesaria pero no suficiente. Solamente si se elaboran e implementan los planes de mejoras basados en los resultados de aprendizaje para introducir cambios en cada nivel de gestión (direcciones departamentales, municipales, centros educativos y aulas), se puede esperar un impacto de la evaluación en la mejora de los aprendizajes. Este paso aún no se ha dado en el país.
La evaluación externa estandarizada por sí misma no mejora la calidad de los procesos educativos, pero sin ella tampoco es posible tomar decisiones informadas para mejorarla. Por ello es de destacar la importancia de que esta tarea se continúe realizando en Honduras ahora que llega a su fin el apoyo de la cooperación internacional en este ámbito particular. La Secretaría de Educación tiene la palabra para no perder el valioso camino recorrido durante los últimos años. Abandonar estos procesos implicaría retroceder muchos años para el sistema educativo hondureño