Columnistas

La lucha por el control de la verdad

Estamos viviendo un momento verdaderamente único en la historia de la humanidad. Nunca antes había circulado tanta información de manera tan libre, accesible y económica, disponible para todos los estratos sociales, razas y sexos en cualquier lugar del mundo.

Sin embargo, la abundancia de información disponible no se debe solo a los celulares, internet o las redes sociales, estos son únicamente las plataformas, sino al mercado y su necesidad de publicar información para el consumidor. Por ejemplo, cuando Honduras aprobó su Ley de Transparencia en el 2007, implantó un concepto del mercado en su administración pública: la publicidad. Posiblemente la más grande contribución del expresidente Zelaya a la gestión pública hondureña.

Hoy los gobiernos pasan a la defensiva porque no tienen manera de controlar la información; desacreditan la fuente, fabrican sus propios datos, censuran y crean distracciones para captar la atención. Afortunadamente contamos con periodistas valientes y prensa libre, activistas anticorrupción que escudriñan, ciudadanos que desconfían y algunos servidores públicos honestos. La forma en que hemos logrado conocer grandes actos de corrupción, como el desfalco del Seguro Social, el fraude de los hospitales móviles y el nepotismo, es un claro testimonio de que, al final, los hondureños nos damos cuenta.

Lo que ha hecho tanta información disponible es romper con esa idea que únicamente somos “espectadores” de la democracia como diría Noam Chomsky. No obstante, con tanta información disponible, viene el problema de su veracidad. Cuantas más informaciones distintas recibimos, mayor es la desconfianza. Lo que nos enseña esta era de la información es que, aunque la información pueda ser fugaz, la verdad deja una huella imborrable. Es por esa razón que hoy se vive una fuerte lucha por el control de la verdad.

La propaganda ha sido siempre una herramienta poderosa, pero en la era de la información se han sumado nuevas formas de controlar la verdad. Una de ellas es el gaslighting, un anglicismo que describe las tácticas y trucos empleados para hacer que una persona dude de su realidad, cuestionando sus sentimientos, creencias y acciones.

Un ejemplo de esto es la pregunta provocativa, “¿dónde estabas durante los doce años de la narcodictadura?”.

Otro término relevante es la posverdad, que refiere a la tendencia de aceptar una idea como verdadera basándose más en las emociones que en los hechos objetivos, como la idea de que el golpe de Estado de 2009 marcó el inicio de la represión social en Honduras.

En Honduras la ideología se viste de verdad. Por eso, resulta más fácil refutar datos, información o argumentos etiquetándolos como “ataque político”, simplemente porque no provienen de su mismo bando ideológico.