El pasado viernes tuve el inmenso honor de presentar ante el Presidente de la República las cartas que me acreditan como embajador de la Unión Europea en Honduras. En una ceremonia solemne pero austera, al subir la escalinata del palacio José Cecilio del Valle para rendir honores a las banderas de la UE y de Honduras, volvió a embargarme la emoción mientras sonaba el “Himno de la alegría” de Beethoven. Mi satisfacción era doble: por representar la mayor construcción política de la Historia y sus valores, pero también por hacerlo en un país como Honduras, en el centro de una región que llevo en el corazón.
Con el Presidente tuve la oportunidad de departir unos minutos, en los que pudimos esbozar los grandes retos a los que nos enfrentamos juntos. Por supuesto, la pandemia mundial que nos azota condiciona toda nuestra agenda.
La prioridad de todos los países del mundo consiste hoy en superar de la mejor manera posible la terrible crisis sanitaria, económica y social provocada por el virus. En este sentido, la UE y sus Estados miembros han movilizado ya hasta 80 millones de euros para ayudar a Honduras en su lucha contra los efectos de covid-19, bajo la iniciativa denominada Equipo Europa.
Europa ha estado a la altura de la demanda de nuestros ciudadanos y ha movilizado una cantidad de recursos sin precedentes para hacer frente a la crisis.
Estos fondos extraordinarios reciben el nombre de “Next Generation”, una ambiciosa apuesta para que Europa lidere la recuperación centrada en la lucha contra el cambio climático (el llamado “Green Deal”, por el que propone conseguir la neutralidad climática de aquí a 2050), así como en la transformación digital. La cooperación con nuestros socios se centrará también en apoyar sus esfuerzos en ese sentido.
En el caso de Honduras y la región, la crisis de la pandemia se une a una crisis climática que agrava las desigualdades al afectar especialmente a los más vulnerables. Es por ello que buena parte de nuestra cooperación –y así lo hablé con el Presidente- irá destinada a acompañar la decisión estratégica del país en su conjunto de llevar a cabo las transformaciones estructurales para un crecimiento inclusivo y sostenible que proporcione a sus ciudadanos medios efectivos para salir de la pobreza. Ese desarrollo sostenible pasa por una recuperación verde que refuerce la inclusión y la resiliencia por un lado, y por otro la innovación y la competitividad.
Honduras, uno de los países más afectados por los efectos del cambio climático pero también, junto a sus vecinos de Centroamérica, uno de los más ricos en biodiversidad, puede convertirse en un referente de una trasformación económica verde, creadora de empleos dignos y de calidad en sectores como la energía, el transporte limpio o el forestal. Prueba de este compromiso con el medio ambiente y el objetivo del país de convertirse en un referente como país descarbonizado es el acuerdo bilateral sobre gobernanza forestal y comercio de madera legal rubricado por Honduras y la UE en 2018, y que juntos debemos ratificar y desarrollar. Honduras puede presumir de ser el primer país de América Latina en firmar este pacto con la UE.
El camino de Honduras hacia una recuperación plena pasa indudablemente también por la consolidación de la democracia y el Estado de derecho. Esta va a ser otra prioridad de nuestra relación en los próximos años. Desde Europa vamos a acompañar estrechamente al pueblo hondureño en el proceso electoral que culminará en noviembre de 2021. Pero nuestras democracias se construyen día a día y continuamente, no solo a base de elecciones libres y transparentes, sino también reforzando nuestras instituciones para que sean confiables, accesibles, transparentes y respetuosas con los derechos y las libertades fundamentales, lo que se traduce en una mayor confianza en la democracia.
Somos plenamente conscientes de la importancia que dan los ciudadanos y ciudadanas hondureños a este proceso continuo. Pueden estar seguros de que la UE estará al lado de hondureños y hondureñas y no escatimará esfuerzos para que juntos se construya un país en el que todos y cada uno de sus habitantes puedan desarrollar su proyecto vital en libertad, seguridad y armonía, sin que ningún hondureño, viva donde viva, sea cual sea su condición, se quede atrás.
Junto a esas dos prioridades, cambio climático y democracia y Estado de derecho, la UE continuará su trabajo en Honduras para promover oportunidades de trabajo y empleos dignos para la población más vulnerable, contribuyendo a que todos los trabajadores cuenten con ingresos decentes y entornos de trabajo seguros, promoviendo así una sociedad más justa y cohesionada. El trabajo con el sector privado, así como el pleno aprovechamiento comercial del Acuerdo de Asociación entre la UE y Centroamérica, serán claves en este sentido.
Todo ello dará nuevo vigor a los esfuerzos de la UE realizados durante años de cooperación con Honduras en la promoción y defensa de los derechos humanos, especialmente para los colectivos más vulnerables como periodistas, medioambientalistas, pueblos originarios o la comunidad LGTBIQ, así como para mejorar la seguridad alimentaria o dotarse de una política fiscal eficiente y responsable. Una mención especial merece nuestra apuesta por la igualdad de género y nuestro apoyo inequívoco hacia las mujeres y niñas hondureñas.
Para todo ello, pueden contar desde ya mismo con mi pleno apoyo y acompañamiento. El diálogo con todos los sectores del país resultará esencial para poder superar tantos desafíos. Las puertas de la representación de la UE están abiertas, pues queremos trabajar con todos, ya sean instituciones públicas estatales o locales, sector privado y, por supuesto, la sociedad civil, a cuyas organizaciones quiero tender la mano de manera especial. Cuenten todos conmigo.