El agobiante Fondo Monetario Internacional (FMI) ha dicho cosas buenas de Honduras: que tuvo un buen crecimiento económico este año y mejorará el próximo; que la inflación ha disminuido; el desempeño fiscal es sólido; las reservas son adecuadas; es una economía resiliente a pesar de la crisis global, las guerras, la inflación mundial y el cambio climático.
Pero aquellos que antes consideraban al organismo internacional como un infalible gurú financiero, ahora lo desconocen, lo desdicen y utilizan a supuestos analistas y economistas sesgados para destrozar sus análisis con inocultables fines políticos.
Eso solo es un ejemplo, pero no hay proyecto gubernamental que este grupo de inconfundibles colores políticos y evidentes intereses comerciales no se esfuercen por destruir, para generar en el país una sensación de abandono, caos y desesperanza.
Es fácil identificarlos, pueblan los medios de comunicación y desbordan en las redes sociales disfrazadas de “expertos” en derecho, economía, seguridad, derechos humanos, medio ambiente, relaciones internacionales, obras públicas, grama de estadios y hasta algodón de hospitales.
Todos los días se publican desalentadoras noticias, deprimentes reportajes, destructivas entrevistas, descalificadoras opiniones en busca de réditos políticos, pero únicamente dejan desánimo y frustración entre los hondureños, que no encuentran más salida que largarse del país; muchos lo intentan en esas fatídicas caravanas.
Las noticias falsas, las opiniones sesgadas, los datos tergiversados, y la mala fe en la información se distinguen perfectamente de la crítica sustentada, el análisis objetivo, el cuestionamiento razonado, la oposición constructiva.
Se sabe que la oposición es fundamental para el ejercicio de la democracia; la vigilancia y la crítica a la función gubernamental es clave para evitar los abusos y las tiranías; pero si gran parte de los opositores son bandidos que solo buscan refugio de sus tropelías y negociar impunidad, nos enreda en esta cotidianidad confrontativa que sufrimos en Honduras.
Desde luego que muchos de estos opinadores tendenciosos y politiqueros de oficio saben que causan un daño inconmensurable al país, pero nada más les importa llegar al poder ellos o sus amiguetes, y por eso se regocijan cuando las cosas salen mal -aunque nos afecten a todos- y callan o tuercen la información cuando las cosas salen bien.
Todos los políticos tienen mala fama, pésima reputación y se la han construido ellos mismos, atacándose entre sí en una descarnada autodestrucción. Si fueran más inteligentes, seguro que las cosas funcionarían mejor y tendríamos una sociedad menos rota, confrontada, defraudada.
Todos los partidos políticos y organizaciones sociales tienen gente buena y decente, ojalá tomaran la palabra y el control para que los bandidos y los perversos quedaran donde tendrían que estar, allá lejos donde no hagan daño.
