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Las leyes, su cumplimiento y tragedias

La Constitución de la República garantiza a los hondureños y extranjeros residentes en el país el derecho a la inviolabilidad de la vida, a la seguridad individual, a la libertad, a la igualdad ante la ley y a la propiedad y establece que los derechos de cada hombre estén limitados por los derechos de los demás y por la seguridad de todos.

Los marcos legales sirven para promover un Estado de derecho y asegurar la convivencia armónica entre los ciudadanos de un país, incluyendo, entre otras, leyes que contemplan los delitos comunes y penales, de tránsito, fiscales, administrativas, medio ambiente, etc. Pero las leyes son aplicables a todos y no puede haber personas que estén exentas de su cumplimiento, independientemente de su posición o situación económica. A su vez, el Estado tiene la obligación de garantizar el cumplimiento de la ley y al mismo tiempo de sujetarse a la misma.

La ley debe ser general y universal, buscando cumplir con sus objetivos de crear un marco de convivencia justo e igualitario entre sus ciudadanos, garantizándoles la libertad. Como complemento a la ley se debe instaurar un marco de justicia, donde adicionalmente se eviten leyes que atenten contra el principio de igualdad de la justicia.

Para que las leyes funcionen también es necesario crear en los ciudadanos el deber y la obligación de cumplir con las leyes. En esta forma se promueve una cultura de cumplimiento que convierte las leyes en normas obligatorias para todos, reconociendo que una ley es la expresión formal, de un deber con carácter general, permanente y obligatorio, tutelada por una autoridad superior que la hace cumplir. El valor de la ley no reside en sí misma. En un país podrán abundar las leyes pero que en la mayoría de los casos no se cumplen.

Precisamente por lo anterior es importante inculcar en la conciencia de las personas esa obligación y deber moral de cumplir con la ley, que se entienda lo que es bueno y lo que es malo, para que entonces se actúe con responsabilidad y se produzca un cambio de conducta y de hábitos. En este sentido la educación juega un papel preponderante. Nos referimos a la educación en principios y valores que inculcan los padres en los niños desde temprana edad y que posteriormente es complementada en el aula de clases por los maestros. Para esto, el educador debe estar comprometido y consciente que lo que está haciendo es moldeando los futuros ciudadanos de un país, dejando de lado sus prejuicios y preferencias políticas o de otra índole.

Todo lo anterior es para referirme a la situación de nuestro país, en donde a diario se cometen violaciones a las leyes y todo queda sin novedad. Somos un país donde abundan las leyes, que generalmente no se cumplen ni por los mismos que las aprobaron ni por los que tienen la obligación de hacerlas cumplir.

Algunos ejemplos típicos comenzando por lo más reciente. En el Estadio Nacional murieron varias personas atropelladas por una turba que, embrutecida por entrar a un partido de fútbol, no les importó pisotear a hombres, mujeres y niños caídos, provocando esa tragedia. Todos los años se producen incendios en los distintos bosques de nuestro país, causando daños irreparables al medio ambiente y este año, hasta provocando el riesgo de pérdida de vidas humanas en El Hatillo.

Transitar por las ciudades y carreteras principales es un martirio. Conductores que pasan semáforos en rojo, manejan en contravía, quitan el derecho de vía a otros, transporte público sobre cargado, rastras y camiones que provocan accidentes mortales, exceso de velocidad. Conductores sin licencia o que no deberían tenerla, pero que las autoridades en forma irresponsable se las han emitido. Licitaciones públicas adjudicadas con alevosía, premeditación y ventaja y altos funcionarios y grupos de ciudadanos que violan las leyes para su propio beneficio.

En fin, hay una gran cantidad de sucesos diarios que ejemplifican el poco respeto que se tiene a la ley. Las tragedias duran mientras la noticia es morbosa y después desaparece, sin consecuencias para nadie. Tenemos que crear esa cultura de cumplimiento aplicando la ley a quien la transgrede sin privilegios de ninguna clase. Pero de igual importancia es que los ciudadanos aprendamos a tener consideración hacia los demás, demostrar empatía y estar conscientes que la vida humana no tiene precio y debemos darle su justo valor, por lo menos a la de los demás.

Exministro de Finanzas

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