Luces para una interpretación

“El himno Nacional es un hermosísimo canto con grandísimo valor literario, tal vez en una próxima entrega hable de sus mejores versos”

  • 31 de diciembre de 2024 a las 00:00
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De vez en cuando y desde hace mucho se ha criticado el Himno Nacional de Honduras por la frecuencia con la que se refiere a la muerte. Generalmente, el comentario se queda allí, dando vueltas en el hervor social y con el tiempo se diluye, hasta que por A o por B el tema vuelve a mencionarse. Y considero que el debate ha dejado de lado un par de variables que son importantes y que hoy quisiera analizar desde el punto de vista exclusivamente literario. Ese es mi único interés.

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Desde mi punto de vista se han dejado de lado los siguientes aspectos: el lugar de la muerte en la literatura, el lugar de la muerte en la obra de Augusto C. Coello, autor de la letra del Himno Nacional, el contexto y el valor de la muerte en el propio texto.

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La muerte es, por tradición, uno de los grandes temas de la literatura. Se manifiesta de maneras tan diversas que no es posible entenderla de una sola forma. Esta es, después de todo, una de las grandes y ulteriores preocupaciones del ser humano. La muerte es tragedia, pero también redención, es negación y aceptación, es infierno y paraíso, es libertad y cautiverio, es olvido y memoria, es parar y continuar, es salvación y condena (basta con leer “El inmortal” de Jorge Luis Borges), en fin, es todo aquello que también es para el ser humano.

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En algunos poemas de Coello, la muerte, como era de esperarse, está presente. Por ejemplo, en el poema “Medianoche” se lee: “Siento que ronda en torno de mi lecho / la muerte con sus trémulas pisadas (...) y de pronto mi espíritu se llena / de una tranquila paz... En la inefable / serenidad eterna de los mundos”. En este poema se observa que no se entiende a la muerte como una tragedia, se la ve más bien como un descanso (lo menciona luego) y como una forma de paz, una especie de tranquilidad de haber cumplido con el deber y la serenidad humana de saber que es una realidad que forma parte de nuestro ser.

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Como se observa en los versos citados, era un tema que rondaba la cabeza del autor, y aunque en el Himno Nacional se pensó en todos los hondureños, era inevitable que hubiera una huella.

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En el Himno Nacional la muerte aparece en los siguientes versos: (a) “porque envuelto en su sangre Lempira / en la noche profunda se hundió”; (b) “era Francia que enviaba a la muerte / la cabeza del rey consagrado”; (c) “Por guardar ese emblema divino / marcharemos ¡Oh patria! A la muerte” (d) “generosa será nuestra suerte / si morimos pensando en tu amor”; (e) “serán muchos, Honduras, tus muertos, /, pero todos caerán con honor”.

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En el caso de (a) y (b) habla de dos muertes relevantes para nuestra historia, la primera por razones de identidad nacional y la segunda por razones contextuales. Pienso que en (c) se quiso plasmar la idea de hasta qué punto se ama la patria, la muerte es aquí un símbolo de que no habrá descanso ni se escatimarán fuerzas en su defensa (no olvidar el lenguaje poético), y en (d) se confirma que no quedará en el olvido ese esfuerzo por defender la patria; es, entonces, una muerte redentora. Y entiendo los últimos versos (e) como el destino inevitable de todo ser humano, pero que los hondureños tendremos una tierra digna en la que caer, porque con nuestras acciones la habremos llevado a la grandeza y a nosotros también.

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No considero que nuestro Himno Nacional sea un canto a la muerte ni algo remotamente parecido. Es un hermosísimo canto con grandísimo valor literario, tal vez en una próxima entrega hable de sus mejores versos. Es bonito que surjan estos temas.

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Josué R. Álvarez
Josué R. Álvarez
Escritor y docente

Autor de “Guillermo, el niño que hablaba con el mar”, “Instrucciones para un taxidermista” y “De la estirpe del cacao”. Ganador del Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil, el Concurso de Cuentos Cortos Inéditos “Rafael Heliodoro Valle” y el Premio Nacional de Poesía Los Confines.

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