A pesar de que la migración es un tema importante como determinante en el crecimiento de la población y que el mismo organismo mundial, la Organización de las Naciones Unidas (ONU), lo considera como un factor positivo al desarrollo sostenible, es muy poco lo que se ha hecho para promover el respeto y protección a los 281 millones de migrantes que existen actualmente en el mundo.
La primera conferencia sobre población celebrada en Roma en 1954 fue una reunión más para intercambiar información sobre variables demográficas, sus determinantes y sus consecuencias. Todavía el tema migratorio no estaba considerado como un problema global, considerando que había más espacio para la movilidad social de las personas de diferentes nacionalidades y las causas que determinan la migración no se habían profundizado.
La segunda conferencia mundial celebrada en Belgrado en 1965 hizo hincapié en el análisis de la fecundidad, coincidiendo con los programas de población financiados por la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID), ante la creciente ola de protestas y movimientos de liberación nacional, especialmente en África y Asia. Estados Unidos apoyaba más un programa de control natal, antes que un programa orientado a la planificación familiar. Los programas de apoyo hacia el desarrollo por parte de Estados Unidos en los años de posguerra estuvieron condicionados a la aceptación de sus políticas anticonceptivas por parte de nuestros gobiernos.
En septiembre de 2016, la Asamblea General de la ONU convocó a una reunión de alto nivel para abordar el tema de desplazados y migrantes. En esta reunión se reconoció que las personas refugiadas y migrantes tienen los mismos derechos humanos universales y libertades fundamentales. El organismo mundial se comprometió a proteger la seguridad de todos los migrantes, tarea que no ha sido posible cumplir.
Siendo el problema migratorio un problema global, tiene raíces históricas y estructurales. La creación de una arquitectura económica mundial donde unos países se desarrollaron primero, aprovechando muchas veces los recursos naturales y humanos de otros, se fueron creando desigualdades que con el tiempo favorecieron los movimientos de población de las localidades menos desarrolladas hacia aquellas con mayor desarrollo económico, social y cultural.
Cuando los problemas de la población mundial se ven amenazados desde distintas crisis, especialmente la crisis migratoria que agobia a una serie de países, urge una conferencia mundial o regional para abordar y plantear soluciones que comprometan a los países receptores de la población migrante, pero también a los gobiernos de las naciones expulsoras de población, promotores de políticas corruptas y carentes de iniciativas democráticas y de buen gobierno.
En consideración a lo anterior, una reunión como la que se desarrollaría en Tegucigalpa, convocada por la Celac, era una buena iniciativa. El problema migratorio debe resolverse con diálogo, no con la fuerza, como dice Donald Trump.