Columnistas

Nosotros los morenos

Pasaron varias generaciones en este valle y se percibía a simple vista la descendencia negroide. Nosotros ya venimos de las últimas de la segunda mitad del siglo pasado, que eran provenientes algunos de los mestizos de Olancho -ladinos de negros con blancos-, atraídos por las bananeras o porque se quedaban en su paso para La Ceiba, puerto en el que surgieron cultivos de banano, piña y otros, en manos de europeos: italianos, españoles, franceses y otros, desde fines del siglo XIX.

Aquí entraron oleadas de súbditos del imperio otomano (libaneses en su mayoría) por lo que se les denominaba turcos, que al igual que a varios ciudadanos de países asiáticos se les impedía el ingreso al territorio nacional, modificándose la ley constitucional para permitirles dedicarse exclusivamente a la agricultura, lo cual nunca se respetó.

Unos ingresaron por Puerto Cortés y los nuestros por Trujillo. La mayoría creía que venía a tierras de Estados Unidos, lugar que atrajo a millones de personas de países europeos y asiáticos desde el siglo XVII. Por aquí ingresaron los primeros árabes desde fines del XIX y durante la primera mitad del siglo XX. Aquí se instalaron varios que ingresaron por Trujillo, entre ellos los de apellido Marzuca, Saybe, Nasser, Mahomar, Gabrie, Bendeck, Chain, Abudoj, Yacamán y Barjum, entre otros.

Pocos se quedaron y la mayoría partió hacia la capital, San Pedro Sula y unos pocos a otros países. La mayoría se olvidó de este lugar. Pocos se casaron con mujeres del lugar y sus descendientes son muy estimados y respetados por los demás. La principal actividad de los migrantes originales era el comercio, siendo sustituidos por los criollos.

También vinieron ciudadanos de Europa Central, escapando de la secuela de la primera guerra mundial y de la recesión del año 1928. Entre estos se pueden mencionar a los búlgaros Juan Raskoff y los de apellido Elenkoff, de los italianos Chichiraque, los húngaros Jananía y posteriormente el alemán Eric Steiner.

Los búlgaros y los húngaros se casaron con mujeres de la localidad, procreando numerosos hijos. Para el caso, la prole de Juan Raskoff que ingresó entre 1928-1932, es el grupo más numeroso y todos con estudios superiores. Los primeros son once (ocho mujeres y tres varones).

A los tres años murieron las gemelas; de los 9 que quedaron, procrearon 24 hijos, los que cuentan actualmente con 34 nietos y dos bisnietos. En los campos bananeros a las primeras prostitutas se les conocía con el apelativo de polacas. Este calificativo quizás provino de las mujeres de esa nacionalidad que vinieron de Europa Central y que prevaleció por mucho tiempo, así como el de denominar a los libaneses y árabes como turcos, sin venir de Turquía, sede del imperio otomano.

(Continuará) 2/3