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¿Para qué el modelo presidencialista?

La corrupción como sistema es una maquinaria bien engrasada que ha tenido la magia de convertir a gente andrajosa y que no tenía ni tiene dónde caer muerta en personajes de ensueño y que, en un abrir y cerrar de ojos, vienen sorprendiendo al mundo desde tiempos en los que Honduras empezó a ponerse pañales como Estado y en donde se erigieron las bases para una república de corte presidencialista y clientelista, artificio que consiste en que el Presidente de la República hace y deshace lo que le viene en su regalada gana, claro, tolerado por los grupos fácticos locales y los Estados Unidos hasta ahora. Es este modelo de gobernar que se transformó en el artilugio para el tráfico de influencias, las regalías, y el saqueo de los recursos del pueblo. En resumen, el régimen presidencialista sirvió y continúa sirviendo para que los píos en el poder público y privado empobrecieran y continúen empobreciendo a este país, obra de la cual podrían dar fe, si pudiesen hacerlo, muchos Presidentes y expresidentes de la República y sus compinches, familiares, amantes, testaferros etc.

Son los caminos que no dejamos de ver y soportar. Son los senderos pedregosos de una República fallida y en donde el poder corrupto e impune va de la mano de Ejecutivos presidenciales hasta el sol de hoy. La corrupción con sello presidencialista y clientelar es tan vieja como la Conadi, el cariato, “rosucazo”, “bananagate”, la Fenafuth o las cartas de libertad que se redactaron los granujas en el poder para no ir a la cárcel. Como sistema, el modelo presidencialista y clientelar es carta blanca de la corrupción pública y privada para joder a un país entero. En la Honduras del presente como en el pasado no hemos cambiado nada en eso. El sistema presidencialista que otorga poderes napoleónicos a los gobernantes mandaderos del modelo económico extranjerizante hace del país un carnaval de los sinvergüenzas sin importar la pobreza y la miseria de las mayorías. Continuamos en lo mismo.

En su más refinado crimen, el modelo presidencialista actual está diseñado para tomar control de los demás poderes del Estado y así esconder los casos más sonados de corrupción en donde están salpicados altos funcionarios de este y otros gobiernos y que jamás saldrán a luz, porque el modelo construye muros impúdicos para que cualquier Presidente corrupto de la república y sus compañeros de viaje, señalados en escandalosos actos de corrupción, no vayan a la cárcel. Es por eso que el sistema presidencialista que pervive hasta hoy en estas honduras de la barbarie, el continuismo y la reelección presidencial que celebran con inusual algarabilla los alabarderos del régimen, es una opción matemática para inmunizar, con una coraza de hierro, a los corruptos criollos del partido en el gobierno para lo cual, el Departamento de Estado y Donald Trump, no dudarán en apoyar, a cambio de cumplir a pie juntillas con el guión económico neo colonial. ¡Que les aproveche!

*Periodista y comunicador Popular