Resbalando en el deslizamiento cambiario (1/3)

“No es la primera vez que nos toca padecer este pánico ante una mayor devaluación monetaria”

  • 25 de septiembre de 2024 a las 00:00
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Hay mucha preocupación en el ambiente respecto a la tendencia a un mayor ritmo de devaluación de la moneda frente al dólar estadounidense, particularmente en los últimos días de agosto y en el mes de septiembre de 2024. Ciertamente, no es la primera vez que nos toca padecer este pánico ante una mayor devaluación monetaria. ¿Será eso a lo que llaman resiliencia o resistencia?

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Luego de anuncios de pláticas entre representantes del FMI y del gobierno hondureño en Washington, se elevó en pocos días el tipo de cambio desde el orden de los 24.70 a 24.90 lempiras por dólar. Se teme que se supere la línea de los L25 por uno y que la confluencia de otros factores nos lleven a un deslizamiento más allá de lo experimentado en los años recientes y que luego, esta tendencia se torne irreversible.

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Entre esos factores de riesgo están la reducción significativa de reservas internacionales, el desbalance entre ingresos y egresos de divisas, la contracción de algunos rubros de exportación fundamentales, la clara y peligrosa inclinación a resolver disminución de reservas vía mayor endeudamiento externo, el estancamiento de los flujos de inversión extranjera junto a la fuerte salida de capitales por repatriación de utilidades y la falta de acciones preventivas llegando hasta indiferencia por parte de los principales titulares de organismos de la banca central y autoridades gubernamentales.

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Ya hemos estado en ese nivel de L25 por dólar, pero, se pudo salir de ese atascadero. Exactamente en el mes de mayo de 2020, recientemente declarada la emergencia por pandemia, llegamos a un tipo de cambio de L25.0042. No obstante, en esa coyuntura favoreció mucho al país que el flujo de remesas familiares increíblemente no dejó de crecer, las exportaciones también mantuvieron incremento, mientras las importaciones se moderaron dado que el confinamiento epidemiológico inhibía el aumento de la demanda de bienes a excepción de los insumos médicos. Adicionalmente, y para favorecer el ambiente de estabilidad cambiaria, los precios del principal rubro de importación de bienes (los combustibles derivados del petróleo) se mantuvieron a niveles sumamente bajos, llegando incluso a estar en aquella época, en menos de US$20 el barril de petróleo WTI. Y ojo, se pudo retornar en 2021 y 2022 a los tipos de cambio promedio de L24.18 y L24.63 en 2021 y 2022, respectivamente. Y más vale decirlo: eso no ocurrió por méritos del gobierno saliente o del entrante, simplemente, la coyuntura nos dio ese resultado.

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El precio de las divisas se debe determinar fundamentalmente de acuerdo con la oferta y demanda, que se originan en las entradas y salidas de divisas registradas en la balanza cambiaria que contabiliza el BCH. Las autoridades monetarias y económicas deben aplicar políticas sistemáticas y proactivas para tratar de incidir en los cambios estructurales que sean propicios para garantizar el buen desenvolvimiento económico. Están de por medio la competitividad de las exportaciones, el nivel de bienestar de la población, los futuros niveles de inflación y costos. Los datos oficiales del BCH muestran que, a pesar de todo, hasta 2022 habíamos tenido una balanza cambiaria equilibrada, pero que eso se perdió en 2023 y en lo que transcurre de 2024. En ausencia de los factores que hemos apuntado, y agregado a una balanza cambiaria con menos ingreso de divisas, el deslizamiento o devaluación monetaria más veloz nos hará resbalar en la marcha forzada de nuestra economía.

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El tema queda muy lejos de haberse agotado.

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