Resbalando en el deslizamiento cambiario (3/3)

Muy al estilo shakesperiano: ¿devaluar o no devaluar? Todo depende del objetivo que se busque como país”

  • 09 de octubre de 2024 a las 00:00
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Para esta última parte, estoy en la obligación y capacidad de enfatizar en posibles salidas al problema de una más acelerada devaluación. Estoy claro que, por mucho esfuerzo y sensatez técnica, no lo tomarán en cuenta a nivel de tomadores de decisiones.

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Difícil romper el guión oficialista mezclado con perorata soberana mientras se persiste en hacer lo mismo que ordena la ortodoxia monetaria neoliberal.

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Difícil también que los peleles con incontinencia bucal, ayunos de lógica económica, dejen de repetir lo que les dictan aquellos que se rebuscan con argumentaciones superficiales para no hacer desde la cúspide del poder, lo que farisaicamente vociferaban desde la llanura.

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Debiendo ser el objetivo la estabilidad cambiaria, la propuesta fundamental es contar con un presupuesto de divisas, entradas y salidas con estimación realista de lo que puede ingresar al país por las diferentes fuentes (remesas, exportaciones de bienes y servicios, desembolsos de deuda, flujo de inversión extranjera, donaciones).

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Por otra parte, urge una priorización para el uso de las divisas (importaciones esenciales y no producidas en el país; pago de deudas; repatriación de utilidades. Simultáneamente, hay que actuar para generar más ingresos de divisas, recuperando al menos, el nivel de los US$19,000 millones.

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Con ese nivel, debe buscarse el equilibrio y resistir los empujones hacia una mayor devaluación. Sin presupuestación ni programación del uso de divisas (y en finanzas publicas), estamos a la deriva y seguirá siendo mayor la demanda que la oferta y será inevitable un deslizamiento veloz.

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La evidencia empírica nos dice que la devaluación del lempira no ha representado mejora sustancial en la competitividad de las exportaciones. Puede serlo, pero, con acciones y estrategias audaces para mejorar la oferta exportable.

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Totalmente factible con determinación y conocimiento .En el corto y mediano plazo, Honduras, debe y puede, aumentar sus exportaciones en servicios (como el turismo), también tiene el potencial de ser exportador de energía y de servicios ambientales bonificados y hasta de maquila electrónica.

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Al mismo tiempo, urge una racionalización de importaciones de bienes; conciliando prioridades de importación con los actuales compromisos de tratados comerciales, puede “dosificar” sus importaciones para utilizar menos divisas.

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Con energía renovable, importaríamos mucho menos petróleo. Si produjéramos más internamente, importaríamos menos alimentos. Menos deuda externa, menor demanda de divisas para pagar servicio. Apruébense nuevas deudas, solo para invertirlas en producción exportable. Muy al estilo shakesperiano: ¿devaluar o no devaluar? Todo depende del objetivo que se busque como país.

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Si se busca exportar más, devaluar puede ser muy eficaz siempre y cuando se tenga suficiente oferta exportable en cantidad y calidad. Países como China y otros asiáticos devalúan para ofrecer sus productos más baratos y si las otras potencias se descuidaran, les “inundarían” de productos salidos de los miles de fábricas orientales.

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Países como Honduras pueden devaluar todo lo que quieran, pasar de 25 a 35 lempiras por dólar, y en las actuales condiciones no aumentarán exportaciones, porque sencillamente tienen poco para exportar y lo que venden a extranjeros está limitado por las elasticidades-precio e ingreso.

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Los productos estrella de Honduras no se venden por ser “baratos”, paradójicamente se venden a precios altos por su calidad, cotizados en las bolsas de valores mundiales, ejemplos: el café, camarón, tilapia, puros de tabaco y así por el estilo. Para terminar de resbalar en lo parejo, la esperada reducción de las importaciones tampoco ocurrió en todo este tiempo aun con 1,250% de devaluación desde 1990.

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